08/04/2023

Conocé la Historia y Evolución de la Criminalística

Por el Licenciado en Criminalística Walter Ángel Muñoz.

Conocé la Historia y Evolución de la Criminalística

La rica historia sobre los investigadores y criminalistas de nuestro país tiene nacimiento básicamente en la Provincia de Buenos Aires, en los números anteriores hice referencia al Sistema Dactiloscópico Argentino creado por Don Juan Vucetich con su sistema para la identificación de las personas en su rol investigativo y social. También al Sistema Scopométrico argentino, creado para la identificación de cosas y que tuviera nacimiento en la Policía de la Capital en su rol de auxiliar de la justicia.

Allí se crea primero una sección y luego un Gabinete con el mencionado nombre, la scopometría fue utilizada para el estudio completo, metódico e ilustrado de escritos, huellas de pisadas, marcas de herramientas, proyectiles etc. Me detendré aquí para mencionar el aporte que hace en este aspecto otro destacado investigador que ha entrado en la historia de la Criminalística, me refiero a Don Ernesto M. Belaunde.

Oriundo de la Provincia de Buenos Aires e hijo de un técnico armero que trabajaba para la Policía de la Capital, ingresa a la fuerza en el año 1906, posiblemente siguiendo los pasos de su padre, a los pocos años es destinado al Gabinete Fotográfico de la Sección Identificaciones, bajo el mando de Don. José Gregorio Rossi, quien sin dudas tenía el don de mando suficiente para sacar lo mejor de sus subordinados, virtud necesaria para el crecimiento de las Instituciones, como lo es reconocer el valor de aquellos hombres que demuestran con hechos su valía y darles el lugar y el incentivo determinante para que crezcan y desarrollen su potencial.

En Alemania, más precisamente en la ciudad de Leipzig, Richard Kockel, director del Instituto Forense de esa ciudad, realiza las primeras pruebas para obtener las marcas que quedan en los proyectiles “incriminados” luego de su paso por el ánima del cañón del arma al ser disparados, el procedimiento consistía en realizar negativos en láminas de cera y óxido de cinc.

En Francia el Médico Forense Víctor Balthazard, hacia 1912, también plantea que existían marcas en los proyectiles dejadas por el arma que los disparaba y que esas marcas podían ser útiles para la identificación, crea entonces un sistema que consistía en presionar y hacer girar el proyectil “incriminado”, obtenido muchas veces de los cadáveres o de los heridos, sobre una delgada lámina de estaño la que luego era fotografiada para obtener una imagen plana de la circunferencia del proyectil, a continuación la imagen obtenida se ampliaba tres o cuatro veces para observar las minucias coincidentes con otra imagen de un proyectil “testigo” que se tomaba del arma que se sospechaba fuera la utilizada para cometer el crimen.

Estos sistemas fueron evolucionando sobre la premisa de que las marcas que quedaban impresas en los proyectiles generalmente de plomo, fueron dejadas por el ánima del cañón del arma la cual tenía estrías de distinto sentido de giro, hacia la derecha o hacia la izquierda, o distinto grosor, o distinto desgaste, lo que hacía que cada arma imprimiera a los proyectiles que disparaba una “individualidad” que permitía identificar a través de la observación y la comparación  la coincidencia o no de las marcas.

En Estados Unidos Charles E. Waite un funcionario del Ministerio Público de la ciudad de Nueva York, es comisionado para revisar una sentencia dictada por el tribunal de Orleans, al observar los fallos de una causa en que se investigó un doble homicidio ocurrido en el poblado de West-Shelby, y que tuvo como resultado la detención injusta durante tres años de dos trabajadores de granja acusados del crimen y condenados a pena de muerte en la silla eléctrica por el resultado de las pericias realizadas a un arma incautada a uno de los sospechosos, en la que el experto en balística Albert Hamilton aseguraba que una vez inspeccionada el arma observó que existía en la boca del cañón una muesca que también aparecía en los proyectiles obtenidos de los cuerpos.

En este proceso de la revisión del caso, y para comprobar la teoría de Hamilton, se realizaron disparos de prueba para obtener proyectiles “testigos” con el arma incriminada y fueron enviados junto a los “dubitados” (obtenidos de los cuerpos) a una empresa de óptica llamada Bausch&Lomb, a fin de corroborar si existían o no las muescas mencionadas por Hamilton, y no las localizaron, no existían en los proyectiles testigo ni en los dubitados, la pericia fue descartada y los imputados fueron liberados.

Para finales de 1923, Waite viaja por el mundo visitando empresas armeras y descubre que no había modelos de armas que fueran iguales entre sí, se diferenciaban por el calibre, por la orientación de las estrías, por los ángulos de torsión, por la cantidad de estrías, etc. y se toma el trabajo de encargarle al óptico Max Poser un trabajo para la fabricación de un microscopio que esté dotado de un soporte para mantener sujeto a un proyectil de arma de fuego, con una escala de medición para obtener datos de las minucias que se observen en él.

En 1925 el científico Gravelle une dos microscopios mediante un dispositivo óptico por el cual se podían observar dos proyectiles juntos en una sola imagen y hacer que giren para compararlos y ver las coincidencias o diferencias que permitan establecer si fueron disparados por un mismo cañón de arma o no.

En nuestro País, el Subcomisario Ernesto Manuel Belaunde, que se especializaba en la fotografía dentro del Gabinete Scopométrico decide crear un equipo no solo para observar y comparar la morfología de los proyectiles, sino para además fotografiarlos simultáneamente mientras giraban, luego de arduo trabajo lo logra y a su invento lo llamó Fotocomparador Belaunde, del que obtiene la patente en 1935 con el número 42.482. El equipo tenía en un extremo una cámara fotográfica con foco regulable, y una platina donde se colocaba el proyectil a fotografiar el cual giraba de forma automática sincronizado con el movimiento de la película para lograr una imagen completa de toda la circunferencia del proyectil de forma uniforme.

A esa fotografía Belaunde la llamó “Fotodiagrama”. Obtenidos los fotodiagramas del proyectil incriminado y del testigo, el perito balístico comparaba las minucias que debían estar igualmente orientadas, situadas y dirigidas en cantidad suficiente para determinar correspondencia positiva, es decir una identificación y conclusión del cañón que disparó ambos proyectiles.

Las regalías que correspondían la Patente de su invento Belaunde las dona a la Policía y por ello al año siguiente se le otorga el “Premio Donovan” que otorgaba la Caja de Socorros de Policías y Bomberos.

Los resultados de este invento Argentino fueron comunicados al Dr. Balthazard y éste lo elogió mediante una carta dirigida al Subcomisario Belaunde, y además solicitó que se le tuviera al tanto de las experiencias en este sentido.

Este destacado aporte a la Criminalística de nuestro país llena de orgullo a los profesionales de la especialidad y les muestra el camino del esfuerzo y la dedicación para lograr los avances necesarios en la investigación de los delitos. En lo sucesivo equipos Belaunde fueron adquiridos por las policías de las Provincias Argentinas y de otros países para el estudio de proyectiles.

En la próxima entrega haré referencia a la Historia de la Criminalística en nuestra Provincia en su inicio y evolución.

Fuentes: Miguel A. Vancarlos – Albarracín Roberto – Alejandra Noillet – Roberto Guzmán

¿Qué opinión tenés sobre esta nota?


Me gusta 0%
No me gusta 0%
Me da tristeza 0%
Me da alegría 0%
Me da bronca 0%
Te puede interesar
Ultimas noticias