El 17 de diciembre de 1931 quedó oficialmente inaugurado el puente ferrocarretero y basculante, después de cuatro años de costosos trabajos de la empresa alemana Dycherchoff y Widmann. La inauguración observada en el contexto histórico, significaba la unión de la siempre postergada Patagonia con el resto del país, generándose a partir de ese momento la unificación de las líneas ferroviarias, en tiempos del apogeo del tren.

A dos años de ese acontecimiento, apareció un monolito con la intención de reflejar lo que representa esa obra de integración patagónica con una imaginación –por entonces- que alumbró ideas colosales y una fe inquebrantable que permitió llevar a término esa vía de comunicación. Curiosamente, nunca fue bautizado con un nombre.

Nadie sabe a ciencia cierta el motivo por el cual ese pequeño monumento había quedado tirado en el piso sobre la falda del puente, por lo tanto, hace dos meses atrás por sugerencia del vecino Ricardo López, varios ciudadanos se hicieron presentes en el predio lindero al puesto caminero de la Policía de Río Negro donde se encontraba este hito en el piso desde hacía casi 10 años, y que tiene un gran valor histórico.

Uno de los impulsores, el abogado Mario Sabbatella, hizo referencia a que con la colaboración de un grupo de vecinos “nos propusimos la tarea de recuperarlo, algo que parecía sencillo, pero que no lo fue tanto, tratándose de un cuerpo de más de más de 1200 kilogramos de peso” y “con el permiso municipal correspondiente nos avocamos a la tarea y hoy pudimos concretarlo. El monolito está en pie”.

Agradeció  la inestimable colaboración de Javier Echeverría, de la empresa Crisa -en especial de Sergio Quiriconi-, de maderera SurForestal, de Block Materiales de Construcción, de Catín Santos, del personal del puesto caminero Puente Viejo, y de Miguel Ángel Cacho .