09/11/2019

Sobrevivir en el dolor de la pérdida y el apoyo de la comunidad

Los hijos y nietos que quedan les permitieron seguir en pie, además del apoyo de toda la comunidad. Quieren reconstruir la casa de la tragedia, para cumplir el deseo de su hija.

Sobrevivir en el dolor de la pérdida y el apoyo de la comunidad

Son los papás de Débora Huaiquillán. Ella, su esposo y los seis hijos que tuvieron en la relación de más de 12 años que establecieron juntos, perdieron la vida en la peor de las tragedias colectivas de las que se tenga memoria en Viedma.

En el interior de una pieza construida en el patio de una humilde casa del barrio Zatti, quedaban atrapados en una trampa mortal. Un incendio de magnitud bloqueó la única salida, cuando la mayoría de ellos descansaban. Solo el papá logró salir para buscar ayuda, e ingresó otra vez para sacarlos. Nada pudo hacer. Falleció también a los pocos días.

Amablemente, y con el dolor que les atraviesa todos los días desde hace un año, Felix e Hilda abrieron las puertas de su casa para contar su realidad.

Ambos se han fijado un objetivo para recordar y homenajear a su hija: Reconstruir la casa de la tragedia, terminarla y darle alguna utilidad.

Lo hacen porque les ha quedado presente el esfuerzo que Débora realizaba para lograr tener un espacio para ella y sus hijos.

A la memoria de Débora Huaiquillán, Jonatan Sanzana, Guadalupe Luján Sanzana, Ayelén Sanzana,  Natacha Sanzana, Félix Sanzana, Yahir Sanzana y Maximiliano Sanzana.

"Tenemos que seguir adelante", reivindica Felix.

Agrega: "Nos pusimos esa meta. Ya no hay marcha atrás, la tragedia sucedió y no nos podemos quedar porque tenemos hijos, y nietos. Pero fue muy duro. Todos los días uno los recuerda: las fechas, los cumpleaños, el Día de la Madre. Es una herida muy grande, y hasta el día que partamos de esta tierra los dos estaremos marcados".

Felix se tranquiliza con el deseo de recordarlos siempre. "Queremos hacerlo con alegría, recordar a la hija, a los nietos, al yerno, pero no hay consuelo".

"Por suerte tenemos vecinos, amigos y familiares, que todos los días siempre nos están alentando, y eso es lo que nos ha sostenido. Nos ha ayudado mucho siempre encontrar una persona que te esté alentando", insiste el papá de Débora, abuelo de los seis pequeñitos que perecieron en la tragedia.

Terminar la casa
"Quiero ver su casa terminada", expresó su mamá.

En la actualidad, y a un año de los tristes acontecimientos, esa casa está tal cual quedó después de la tragedia.

Alcanzar ese objetivo le permitirá a Hilda Inés permanecer en ese patio y disfrutarlo, como lo hacía hasta hace un año.

"Prácticamente no voy al patio. Solo a veces lo hago cuando tengo que tender la ropa. La puerta de mi cocina permanece cerrada todo el tiempo. Ya no salimos al patio como antes. Salir es como escuchar a mis nietos. A veces siento un golpe y pienso que son ellos, que vivían jugando y gritando ahí atrás", remarca la mamá de Débora.

Agregó que: "Uno tiene que resignarse pero no es fácil. Eran mi hija y mis nietos a los que crié todos juntos, acá en mi casa. Las fechas de sus cumpleaños son muy dolorosas".

Hilda Inés junto a su esposo persisten en el objetivo: "Queremos terminar su casita, hacer que tenga sus ventanas y la puerta, terminar el techo. Verla así, sin techo y con las paredes todas quemadas, duele mucho más".

La mamá recordó el esfuerzo de Débora por conseguir los materiales y los elementos necesarios para construir ese espacio, que terminó siendo una trampa mortal.

Recordó también que edificar esa pieza fue una decisión de última, como consecuencia de la falta de respuesta por parte del Estado a su objetivo del techo propio y digno, para permitir que su familia se desarrolle en un ambiente sano y seguro.

Es por ello que en el recuerdo están no solo los trámites y reclamos que no dieron su fruto, sino también los incansables esfuerzos por hacerse de los materiales y elementos necesarios para construir la habitación.

Los hijos y nietos que quedan les permitieron seguir en pie, además del apoyo de toda la comunidad. Quieren reconstruir la casa de la tragedia, para cumplir el deseo de su hija.

"La hizo con tanto esfuerzo que se la queremos terminar. Sacaba créditos, se metía en préstamos para terminar su casita, y no queremos tirarla. Conseguimos por medio de la Municipalidad muchos materiales, pero también lo tuvimos que pelear", agrega Hilda Inés.

Interviene Félix. Reconoce que fue mediante la Municipalidad que han conseguido materiales para reconstruir el espacio, aunque todavía no han puesto manos a la obra. "Es difícil. Me puse yo a tirar la losa y se me caían las lágrimas. Eso fue todo esfuerzo de mi hija", agrega.

Promesas de ayuda que todavía no llegan
"Cuando nos pasó todo esto nos prometieron que nos iban a mandar psicólogos para sostenernos. Pero se cumple un año y nunca apareció nadie. Nos hemos sostenido por nuestros hijos y con el recuerdo de ellos, y siempre mirando sus fotos y encerrados acá", dice Hilda.

Agrega que "vino gente de Fiscalía, dijeron que nos iban a mandar a un psicólogo y tampoco apareció nadie".

Insiste: "En Desarrollo Social pasó lo mismo. Tuvimos que andar luchando para que nos puedan dar unas chapas y unos tirantes para poder terminar la casita".

Ambos se mostraron agradecidos con la actitud asumida por integrantes del Tribunal de Cuentas, el vicegobernador Pedro Pesatti y por el entonces intendente José Luis Foulkes, aunque el recuerdo de los esfuerzos realizados reaviva el dolor de esta familia.

"Cuando estuvo el intendente yo le dije que le ayuden más a la gente que más necesita, porque hay chiquitos que uno ve que andan descalzos y sufren, y yo lo viví con mis hijos y mis nietos", recuerda Hilda, quien agregó: "Yo la veía mi hija cuando salía al rayo de sol, con sus criaturas a cuestas, pidiendo allá, pidiendo acá y nunca le dieron nada, nunca nadie les ayudó".

"Yo le dije que yo no quiero eso para otras personas, quiero que les den una mano, que ayuden a las personas, porque cuando hay elecciones están todos, pero cuando ya ganaron se olvidan. Y a mi hija le pasó. Ella andaba bajo todo el calor, por todos lados, pidiendo una ayuda, una casa, un terreno, y nunca nadie jamás la ayudó", se lamentó la mamá de Débora.

Ambos se mostraron muy agradecidos por el apoyo y la contención que decenas de vecinos y vecinas de Viedma y de Patagones les brindaron en los momentos más difíciles.

"Mi nieta de 13 años me da mucha fuerza. La veo a ella y me digo a mí misma que tengo que seguir. Pero ellos eran mis mañosos. Los que le daban alegría a la casa, y ahora es todo silencio. Ya no hay chicos", reflexiona Hilda, al borde de quebrarse. 

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