Viedma

| 19/05/2022

Rampas tapadas, veredas intransitables y comercios con ingresos no acordes: la odisea de las personas con movilidad reducida

La falta de empatía con un porcentaje de los vecinos viedmenses se observa a diario. Ante esto, la necesidad de que esas personas sean escuchadas.

Rampas tapadas, veredas intransitables y comercios con ingresos no acordes: la odisea de las personas con movilidad reducida

A raíz de lo que acontece en la ciudad de Viedma, de un relevamiento propio, pero también de las denuncias que llegan a diario a la redacción de NoticiasNet, se observa una alarmante falta de empatía. Hablamos del tránsito, puntualmente de quienes estacionan en lugares que no corresponden.

De un tiempo a esta parte este medio se propuso publicar fotos de infractores, para de alguna manera colaborar con la toma de conciencia, pero lo que llegue son mensajes de los dueños de esos autos, enojados porque sus vehículos quedan a la vista de todos, pero sin hacer un mea culpa. Cómo si todos ellos estuvieran cortados por la misma tijera, la frase que más se repite es: “Fueron 5 minutos nada más”.  

¿Qué se observa? La cantidad de automovilistas que estacionan en las esquinas, en lugares en los que hay rampas para aquellas personas con movilidad reducida. Por sumar tan solo dos ejemplos de los miles, esta semana, Sandra, una mujer que desde que tuvo un ACV anda en silla de ruedas, contó que es toda una odisea andar por la ciudad.

Semanas atrás, también pidió clemencia Fernanda, una mamá que tiene una zona delimitada en la Escuela N° 347 para poder bajar a su hijo, que también tiene movilidad reducida, pero siempre que llega hay un auto ahí. Como consecuencia, tiene que hacer hasta dos cuadras –dependiendo de donde encuentre lugar- con la silla de ruedas para que el nene entre al colegio.

En medio, también se observa que el problema se traslada a los comercios y al municipio. El deterioro en las veredas es alarmante. Sumado  a que también faltan rampas. En muchos lados se hace imposible para las personas discapacitadas, incluso para los padres que llevan a su bebé en un cochecito, poder moverse sin tener que hacer maniobras inusuales.

En una recorrida por el centro, varios locales tienen sus ingresos adaptados, con puertas más anchas y con la rampa reglamentaria. Pero también hay un porcentaje alto en los que no, en muchos casos, organismos que deberían ser los primeros en cumplir las reglas. Todo esto marca la falta de empatía, pero también lo que tiene que vivir un sector de la población, al que parece que se le da la espalda.           

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