Locura o no, las monedas se venden a buen precio

| 18/11/2021

Desventuras de un tonto rey imaginario: Orellie Antoine de la Patagonia

Desventuras de un tonto rey imaginario: Orellie Antoine de la Patagonia

A mediados del siglo XIX, Orellie Antoine de Tounens, -abogado y procurador francés- tuvo un sueño más que original: convertirse en el rey de la Araucanía y la Patagonia. Había leído el poema épico de Alonso de Ercilla y a modo de moderno Quijote, se embarcó hacia Chile, llegó a Valdivia e inició una más que curiosa experiencia.

Duró poco: apenas dos años, durante los cuales intentó formar un Estado, dictó Constitución y hasta aprobó un himno. En 1862, el ejército chileno lo sorprendió en el Malleco. Fue declarado “loco” por la Corte de Santiago y expulsado a Francia. Era la mejor forma de sacarse un problema de encima (la insurrección del pueblo mapuche), sin generarse otro (la posible intervención de Francia, que por esos años sostenía la aventura imperial en México).

 

 

Orellie pasó su vida tratando de que los jueces franceses lo reconocieran como rey de las tierras australes, algo que finalmente no ocurrió porque, al fin de cuentas, no tenía ninguna posibilidad práctica de justificar su reinado. Pero sus herederos no perdieron el tiempo. Nunca intentaron regresar a esta lejana Patagonia, pero decidieron perpetuar la dinastía. Así, se han sucedido al menos siete reyes que de alguna manera se las arreglaban para mantener un “status” de nobleza, ya que nunca alcanzaron a recibir un céntimo de sus súbditos patagónicos.

Una de esas maneras, fue la de vender títulos de nobleza a burgueses enriquecidos deseosos de “pertenecer” y de ingresar al mundo de la monarquía. Será una institución decadente, pero sigue ejerciendo una atracción fatal en las mentes de muchos europeos (y algunos americanos). La cuestión es que para las distintos Felipes y Antonios que se sucedieron, vender un título de conde de Los Andes o Marqués del Pacífico fue un negocio interesante.

 

 

Al menos así lo ha denunciado el periodista argentino Enrique Oliva, quien solía firmar con el pseudónimo de Francois Lepot. Oliva fue corresponsal de Clarín en Neuquén durante a fines de los ’60, fue el jefe de redacción del diario Sur Argentino (propiedad de Felipe Sapag), en la primera parte de los ’70; y tiempo después se exilió en Europa, retornando a Clarín como corresponsal volante.

La otra fuente de ingresos de la “monarquía” es acuñar moneda. Claro está: no tienen valor de cambio porque nadie las reconoce. Pero sí tienen algún valor como monedas de colección. Así, en Mercado Libre puede verse cómo un lote de seis monedas de diferentes valores nominales (entre 10 centavos y 2 pesos), se ofrece a casi 20.000 pesos. Se aclara que es una moneda “bimetálica”, correspondiente al “reino de la Araucanía – Patagonia” y con fecha de emisión 2013.

 

 

En esos años el supuesto rey era Felipe Boiry, periodista y profesor universitario de Francia, quien además ostentaba el título de “Gran Maestre de la Noble Orden de la Estrella del Sur”. Felipe había demandado a Oliva por supuestas injurias y ofensas a su dignidad, caso que fue desestimado por las cortes.

Felipe falleció sin dejar descendencia, pero eso no implicó el fin de las ambiciones “reales”. Jean Michel Parasiliti, un militar francés que participó en la guerra de Argelia y tenía un doctorado en historia de las civilizaciones, se arrogó el título monárquico. En 2018, Frederic Rodríguez Luz, especialista en heráldica y escritor, asumió como nuevo rey.

Como se verá, siempre que no se tengan grandes pretensiones de realismo, las oportunidades de ser el titular de un reino imaginario siguen estando al alcance de la mano. Y que los “tontos ilustrados”, al decir de Arturo Jauretche, abundan en todos los continentes.
 

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