24/11/2018

Marcos Herrero y una dolorosa tarea que sana heridas

El instructor canino viedmense encontró los cuerpos de Micaela Ortega, Araceli Fulles, Marito Salto y otras personas desaparecidas, junto a sus perros Alcón y Duke. Su labor permitió esclarecer casos sensibles y les llevó respuestas a los familiares.

Marcos Herrero y una dolorosa tarea que sana heridas
Marcos Herrero hace 17 años que busca desaparecidos.
Marcos Herrero hace 17 años que busca desaparecidos.

Por Fernando Manrique
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Fotos: Miguel Basterra.

 

“Al fin llegó el guardián de Dios, buscando aquella justicia que en el camino se quedó”, dice la zamba santiagueña que le dedicó un músico a Alcón, el perro del instructor viedmense Marcos Herrero que encontró el cuerpo de Marito Salto.


Marito era un niño que fue violado, torturado y descuartizado en un rito satánico en el pueblo santiagueño de Quimilí y fue hallado luego de un año y medio gracias al ovejero sable.

 


El mismísimo Alcón y el sabueso Duke han participado de búsquedas de gran transcendencia nacional de la mano de Herrero y fueron piezas fundamentales en las investigaciones.


Recientemente, Marcos fue distinguido como Vecino Destacado por el Concejo Deliberante de Viedma, porque desde hace 17 años colabora en tareas de búsqueda y rescate de personas mediante la ONG Kaman Trehua con la policía de distintas provincias.


El caso cumbre para Herrero fue el de la chiquita de 15 años Micaela Ortega, en Bahía Blanca, cuyo cuerpo fue encontrado 35 días después. Lo llamaron a él como última alternativa y resolvió el caso por una curita.


Ayudó también en las búsquedas de la joven Araceli Fulles en José León Suárez, Marito Salto en Santiago del Estero, la adolescente Daiana Garnica en Tucumán, Lucas Boloti y Juan Rubilar en San Luis y Elvis Benítez en Chaco.


Fue colaborador en el caso de Santiago Maldonado, en Las Grutas con Rodrigo Hredil y de varios más que no pueden detallarse por cuestiones judiciales.


Mentalidad a prueba de todo

 


La tarea de Marcos tiene un sabor agridulce, dado que los resultados pocas veces son positivos pero les permiten a los familiares de los desaparecidos que sus casos tengan respuestas.


Dialogamos con el instructor que también es bombero sobre sus sensaciones y contó que siempre le gustaron los perros como un divertimento, pero a partir de los 20 entendió la importancia que podían tener en investigaciones sensibles.


Se capacitó con cursos dictados en Capital Federal con expertos de Estados Unidos y Bélgica y día a día sigue perfeccionando las técnicas con los canes.
Su tarea requiere de una fortaleza mental importante. En este sentido, señaló: “Es algo muy complicado, por ahí uno cuando empieza una búsqueda no sabe con qué se va a encontrar, el tiempo es fundamental dentro de las 24 horas. Pero el desenlace la mayoría de las veces no es como uno espera. Entonces, uno tiene que ir con la mente muy fuerte por lo que se va a encontrar”.


Ante el grabador apoyado sobre la mesa de su casa, que enfrente relucía una pintura de un sabueso, expresó: “Uno aprende a convivir diariamente con eso, si bien quedan los recuerdos y nunca va olvidar, cada búsqueda es diferente y tiene sus matices. Es algo agridulce porque colaboras a encontrar a un miembro de una familia, pero los resultados no son positivos porque muchas veces nos encontramos con escenas que hasta cambian la personalidad de uno en el tiempo. Uno termina siendo parte de la familia de esa persona que estás buscando y se enlaza tanto con ellos que las emociones y los sentimientos chocan”.


El caso que le cambió la vida

 


Cuando le consultamos a Marcos cuál fue la búsqueda más difícil, se emocionó como siempre lo hace cuando habla de ese caso: fue el del crimen de Micaela Ortega.


La niña de 12 años fue estrangulada por el femicida Jonathan Luna luego de haber sido víctima de grooming.


Marcos explicó al respecto: “Se dio de que yo fui a una búsqueda en Entre Ríos porque también tengo una empresa que busca mascotas perdidas. Fui a buscar el perro de una familia, después de 10 días se pudo encontrar y volví hacia Viedma. La mamá del perrito perdido vio una noticia de que había una chica desesperada, que estaba muy mal porque no aparecía su hija y la veían en diferentes lugares. Se conectó con la mamá telefónicamente, le dijo que tenía el número de una persona que la podía ayudar y se lo dio. Un día viernes a las 6 de la tarde me llamó, yo le dije que no tenía ningún problema si me venía a buscar yo colaboraba como bombero con la unificación de Punta Alta”.


Detalló sobre ese punto: “La familia me vino a buscar, nos encontramos acá, me explicó la situación y desde ese primer momento tuvimos una relación en la que las emociones se juntaron. Yo tomo a la persona que estoy buscando como a un miembro de mi familia. Tal es así que con Mónica y el papá de Micaela seguimos teniendo una relación especial hasta el día de hoy. Para esa fecha que yo sé que le duele mucho a la mamá, a los padres, nos hablamos. Estamos cotidianamente en comunicación, pero ese día en especial fue único porque en menos de 24 horas pudimos encontrar el cuerpo de la nena y aclarar un poco la situación”.


Duke allí recorrió 16 kilómetros para dar con el cadáver de Micaela, que estaba oculto en las afueras de Bahía Blanca. “Por todo lo que pasó en esas horas previas, por lo que no sabíamos que nos íbamos a encontrar porque no había seguridad de que la nena estuviera ahí, fue una de las búsquedas más emotivas a trabajar”, dijo aún conmovido.


En diálogo con Canal 9 de Bahía Blanca, con motivo de la primera audiencia del juicio contra Luna, la madre de Micaela, Mónica Cid declaró: “Marcos llegó el día 35 de la búsqueda de Micaela. Habían venido de diferentes departamentos de toda la Policía, la cúpula policial desde la Provincia de Buenos Aires. Me dieron vuelta la casa, me cortaron las sábanas, se llevaron las almohadas, las plantillas de patín, los cancanes de patín, muestras de olor de diferentes perros. Yo le decía a Marcos ’No me quedó nada, está todo tocado’. Él me calmó y me dijo ’Algo tiene que haber’. Agarró sábana por sábana y me preguntó ’¿Qué es esto?’ ’Mica estaba yendo al podólogo, es una curita que tenía en su dedo en un capuchón y tiene sangre’. ’Con esto encontramos a tu hija’. La encontró Marcos Herrero, lo que no encontró la Policía Científica, lo que no encontró nadie lo hizo él”.


Marcos, claramente dolido agregó: “Era una nena de 12 años que tenía toda una vida por delante. Esa energía quedó acumulada en ese lugar (por su habitación) porque no era el destino ni la forma de terminar de Micaela, ella tenía una vida para seguir y yo digo que esa energía quedó ahí para que Duke la pueda encontrar”.

 


La presión siempre latente


El caso de Araceli Fulles estuvo en todos los noticieros de Capital Federal, en la radio, en los diarios y la conmoción era generalizada.


Cuando lo llamaron a Marcos la desesperanza de no encontrarla iban en aumento. ¿Sintió presión?, le preguntamos. A lo que contestó: “La presión siempre está porque cada búsqueda es diferente. Si bien uno va preparado a colaborar, nos sumamos a la logística, en ese caso con la Policía Bonaerense, fiscales, jueces y demás, la presión estaba por los días que habían pasado. Se comentaba que a la chica la vieron en diferentes partes de la Argentina, se hablaba de trata de personas, de que estaba envuelta en diferentes cosas como el tráfico de estupefacientes y demás. Lo que nosotros hicimos, como siempre, fue con una base científica de olor con las prendas de vestir que resguardó la Policía Científica”.


Profundizó en ese marco: “Pudimos hacer una serie trabajos que por ahí la gente no lo sabe, pero fueron 14 días para poder trabajar para poder desenvolverse, estamos lejos de la familia. Está la presión de que el perro hace un marcaje y también se puede equivocar y ahí tiene que estar el guía para tener un lenguaje corporal exacto. Dentro de esos 14 días logramos un punto de inicio, el perro Duke marcó el área, hasta que identificamos la casa de la mamá del ex novio de Araceli. Después trabajamos con Alcón, que desencadenó que pudimos encontrar el cuerpo en la parte de atrás”.


Sobre las desapariciones en nuestra ciudad, lamentó que participó en muchas, pero no fue llamado desde un primer momento.


Subrayó: “En Viedma uno trata de involucrarse lo mayor posible con la familia y abocarse con la búsqueda. Lamentablemente no es lo que uno esperaba, pero sí damos todo”.


Con Zulema Walter, que todavía no fue encontrada, determinó: “Pudimos trabajar, hicimos un buen desenvolvimiento, pero no logramos lo mejor que podíamos hacer en el punto de vista de que no logramos darle una respuesta a la familia. A veces queda ese sabor agridulce de que los perros marcan un lugar o se encuentra una evidencia, pero no podemos entablar lo que uno quisiera para esa persona”.


Sobre Daiana Ginaro y Silvia Vázquez Colque no quiso ahondar en detalles porque son casos que continúan judicialmente, aunque sostuvo: “Si bien yo no conocía a las personas personalmente, choca un poco porque son personas de acá, de Viedma y uno quiere y debe dar lo mejor para ayudar a las personas”.

 

Binomio con los perros

 


En otro orden de cosas, charlamos con Marcos sobre la amistad y el profesionalismo conjunto entre guía y canes.


Destacó en esa línea: “Uno forma una química con el perro, es como un matrimonio, se trabaja como un binomio entre guía y perro. Tiene que haber una relación única, donde yo trabajo mucho lo que es la emoción y el vínculo. Uno tiene que saber si el perro está cansado, si está estresado porque cuando tiene mucho trabajo necesita su tiempo”.


Es necesario aprender el comportamiento que tiene el perro, cómo mueve la cola o las orejas, cómo se compromete en la búsqueda, por lo que “formamos un binomio, es como si se hace un contrato de alquiler, es un contrato, es una unión en donde las dos partes se unifican para esta labor”.


Y valoró cómo la sociedad le da una respuesta al trabajo canino: “En el caso de Santiago del Estero le hicieron una canción a Alcón y a Duke, le hicieron dos estatuas en Quimilí. En Punta Alta, por los casos de Micaela Ortega y Araceli Fulles, tienen una plaqueta. Uno no toma dimensión de todo lo que se dice, uno trabaja en el día a día. Yo trato de dar lo mejor de mí con los perros, no me gusta salir públicamente, pero sí noto que con el tiempo he logrado hacer algo impensado, es impensado que con los perros uno logre cosas tan importantes”.


A modo de cierre, añoró: “Lo que me gustaría a futuro, más con todo lo que está sucediendo, es poder trabajar mucho mejor con la logística y con los protocolos de trabajo para que cuando pasen estos sucesos que nadie quiere, que me pueden tocar a mí como a cualquier persona que desaparezca un miembro de la familia, no sea solamente yo sino que hayan más personas capacitadas”. 

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