Detrás de una artesanía, hay manos trabajadoras. Hay persistencia y ganas de construir una sociedad distinta con respeto por la naturaleza, y si bien a veces los protagonistas de las artesanías son invisibilizados, el reconocimiento a su labor viene luego de una venta.

 Y en el balneario El Cóndor, Lucas Casasola Madarieta está dejando una enorme huella trabajando solo, en familia o en completa camaradería en la feria de la villa marítima.

Arrancó en el año 2000 en Bariloche cuando un maestro enseñó la técnica del alambre. Luego se transformó en un hombre de mundo latinoamericano. Vivió en el reconocido balneario ecuatoriano de Montañitas, Uruguay y también vivió en Brasil.

Un día, decidió seguir a su madre –ya fallecida- y reconocida educadora en la Comarca Viedma-Patagones, hasta la villa marítima viedmense donde tiene un negocio en la calle 65 y costanera, y fue uno de los artífices del paseo de los artesanos.

Utiliza caracoles para las tobilleras. “Empleo todo tipo de materia prima que saca el mar”, explica a NoticiasNet demostrando así se debe evitar la alteración del hábitats naturales.

Complementa su actividad con la fabricación de portalápices y todo tipo de artículos con referencia al balneario El Cóndor y que tenga un significado de un presente otorgado a terceros como “souvenir”.