23/06/2022

Juan Pablo Lucero: nació en Viedma, trabajó y se perfeccionó en Europa, y hoy es un referente de la gastronomía

En una charla con NoticiasNet, el chef habló de sus inicios, de su recorrido y de su presente en Puerto Madryn, donde creó Unamesa, una prestigiosa escuela de cocina.

Juan Pablo Lucero: nació en Viedma, trabajó y se perfeccionó en Europa, y hoy es un referente de la gastronomía

Cocinar, lo que se dice preparar un sabroso plato con la dedicación que se merece la cuestión es un verdadero arte. Aquello que estudiaron y se prepararon para esto, para ponerle todo el empeño a la carrera de chef son artistas capaces de ingresar en lo más profundo de la paleta de sabores.

Dentro de los nombres conocidos en este rubro aparece Juan Pablo Lucero. Un verdadero intérprete de la cocina. No es de los mediáticos, como Germán Martitegui o Donato De Santis, por citar ejemplos que se ven a diario en la tele, pero está a la altura, y mucho más. ¿Su apellido le suena conocido? Es que nació en Viedma. Es un hijo de estos pagos.

Pero como sucede con la gran mayoría de los adolescentes, luego de terminar la secundaria empezó a transitar su camino, a recorrer el mundo de la mano de la gastronomía y codearse con destacados colegas de cada rincón del globo terráqueo. Todo esto empezó cuando se inscribió en el Colegio de Cocineros del Gato Dumas.

Pero más atrás en el tiempo, los primeros pasos los dio en la Comarca. “Como muchos cocineros, arranqué a cocinar por lo que veía en casa. Especialmente en la casa de mis abuelas. Ir a visitarlas era una fiesta. Siempre había comida rica. Sin embargo, hasta el último año de la secundaria no se me había pasado por la cabeza estudiar cocina”, le contó Juan Pablo a NoticiasNet.

“Un conocido de Viedma estaba estudiando en la escuela del Gato Dumas. Me explicó de qué se trataba y me entusiasmé. Por suerte, mis papás me apoyaron y acompañaron en todo el camino. Siempre me dijeron que podía hacer lo que quisiera, lo que me gustara, que si ponía ganas y esfuerzo iba a resultar bien”, agregó sobre sus primeros pasos en lo que hoy es su profesión, su pasión.

—¿Tenías referentes en el rubro cuando arrancaste?

—Solamente tenía de referencia a los cocineros de la tele que en ese momento eran muy pocos. Los principales referentes en aquel entonces eran el Gato Dumas y Ramiro Rodríguez Pardó. Estoy hablando de 1999, 2000. Cuando fui a Buenos Aires a conocer las diferentes escuelas de cocina acompañado de mi mamá, en la escuela del Gato Dumas fue el mismo Gato quien nos dio una charla introductoria y nos llevó a recorrer las instalaciones. Por supuesto me convenció. Salí encantado de la escuela y decidido a estudiar cocina.

—Tenés un largo recorrido, con cursos y trabajos en Europa. ¿Encontrás diferencias entre la manera de trabajar de allá con la de acá?

—Somos un país con una cultura gastronómica súper joven. De hecho, en ciertos aspectos, creo que estamos moldeando una forma de comer muy particular. La principal diferencia que encontré fue el ritmo de trabajo (muy intenso) y el profesionalismo con el que trataban cada materia prima. Tuve la enorme suerte de participar de los primeros años de un restaurante que es una referencia de gastronomía a nivel mundial, Mugaritz en Rentería, España. Fue una experiencia que cambió mi forma de ver la gastronomía por completo. Soy de las primeras camadas de las escuelas de cocina de Buenos Aires. Muchos chicos y chicas tuvieron la posibilidad de viajar a aprender en los mismos años que yo lo hice. Y mucha de la transformación que tuvo -y tiene- la gastronomía en los últimos 10 años tiene que ver con eso. Hoy somos profesionales de unos 40 años llevando adelante proyectos en diferentes puntos del país.

Cambio de vida

Luego de esto, de la experiencia cosechada, Lucero decidió emprender su regreso. “Siempre ví a Buenos Aires como un lugar de paso. Nunca me imaginé una vida allí”, indicó sobre una decisión que ya estaba tomada de antemano. Sin embargo, el regreso no lo hizo a Viedma o Patagones, sino que prefirió irse un poquito más lejos; a Puerto Madryn.

“En cierto momento comencé a pensar en cambiar de estilo de vida por uno más tranquilo. Si bien volver a la Comarca era una opción, elegí Puerto Madryn. Es una ciudad turística con un ritmo de vida muy tranquilo que me encanta”, remarcó. 

—Además de todo lo conseguido, con este paso también abriste tu escuela. ¿Imaginabas lograr todo esto?

—Nunca me imaginé tener una escuela de cocina. La gastronomía es un abanico de opciones gigante en la que podés orientar tu profesión para donde quieras: restaurantes, hoteles, caterings, docencia, desarrollo de productos, entre otras. Logramos un gran equipo de trabajo en Unamesa con mi socia, la pastelera Julia Domínguez y mi hermana, que es comunicadora, Julieta Lucero. Personalmente creo que lo más interesante y divertido es el camino. En la sala de alumnos tenemos un cartel enorme que dice: “Pensá en grande. Creé en vos. Formate. ¡Hacé!”. Sin esas claves todo sería mecánico, poco motivador, mucho más aburrido.

—¿Se puede aprender a cocinar o es un arte que tenés que traer algo con vos desde la cuna, como suele decirse?

Creo en lo mismo que dice Remy en la película Ratatouille: todos pueden cocinar. Es más, creo que todos deben (debemos) cocinar. Debemos aprender a preparar nuestros propios alimentos y, en lo posible, disfrutar el momento. Para muchos alumnos de mi escuela la cocina es un cable a tierra. Los ayuda a despejarse y los conecta con un momento muy íntimo. De disfrute. Para dedicarse a la gastronomía de manera profesional falta algo más: ganas. Muchas ganas. De aprender, de probar, de conocer. En la cocina pasamos muchas horas. Requiere compromiso.

—También tenés asesoría en la tienda. ¿Un comercio se puede contactar con vos para vender tus productos, por ejemplo?

—Hoy Unamesa es una escuela orientada en un 90 por ciento a la pastelería, donde te podés formar de manera profesional, podés venir a tomar un curso amateur o hacer un curso virtual on demand.

—¿Qué opinas de los realitys culinarios que cada vez son más? ¿Te enganchás con MasterChef, con Cocineros Argentinos, entre otros que son los que están de moda y les va bien?

—Me encantan. Los miro como lo que son: programas de televisión. Muchas veces están alejados de la realidad de una cocina, pero tampoco buscan imitarla. Son una forma de cocinar en sí misma. Lo más importante es que hacen que mucha gente se enganche con la cocina, ya sea para elaborar nuevos platos o animarse a probar nuevos sabores. Siempre que la gastronomía sea parte de la conversación voy a estar contento.

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