18/07/2020

Voluntario en Pandemia “Yo creo que el arte ayuda a sanar”

El bailarín viedmense del Teatro Colón Gerardo Wyss, comparte su experiencia como personal de primera línea contra el Covid19

Voluntario en Pandemia “Yo creo que el arte ayuda a sanar”

 

Desde hace unos meses no somos las mismas personas, nuestras rutinas, hábitos y planes cambiaron y en muchos casos la dosis de realidad fue muy fuerte. Este es el caso de Gerardo Wyss, un joven viedmense que pertenece al Ballet estable del Teatro Colón quien actualmente está en Buenos Aires trabajando como voluntario en un Hotel Hospital donde se reciben pacientes con síntomas leves o que deben pasar una parte de la cuarentena aislados por completo, sirviendo esta acción para no propagar el virus en sus casas donde conviven con otras personas. 

 

“No hubo mucho para pensar, el Teatro necesitaba de nuestra ayuda y dije que sí.  En cuanto al riesgo, sí sabíamos que era peligroso por eso en un principio no le conté nada a mis viejos, casi durante un mes estuve con los secretos” nos comenta Wyss, un joven que como muchos otros viedmenses tiene a su familia en la Comarca y trabaja en otra provincia. 

 

 

En el marco del Día el Amigo, conoceremos de cerca un trabajo que une voluntades, en el que la empatía entra en juego para acompañar a otras personas en tiempos difíciles, cuando a pesar de que parte de la cura sea el aislamiento por completo, hay alguien cerca cuidándote para que el proceso más llevadero. 

 

Dar

Al comenzar la cuarentena desde el Departamento de Recursos Humanos del Teatro Colón les plantearon la posibilidad de ser voluntarios “apenas recibimos la propuesta,  lo charlamos con un par de amigos y decidimos hacerlo, más que nada sabiendo todo lo que el Teatro Colón nos dio en toda nuestra vida. Yo hice toda la escuela ahí, empecé después mi carrera, básicamente estuve dentro del Teatro más que en mi casa. No hubo mucho para pensar, el teatro necesitaba de nuestra ayuda y dije que sí”. 

 

 

Así como la cuarentena nos cambió la vida, también ese lapso de tiempo se ha dividido a la fecha en 2 grandes momentos dentro del voluntariado. Nos comenta Wyss que al principio estuvieron en un hotel de repatriados de pasajeros que venían del exterior. La dinámica era un poco más tranquila en vista que era predecible el número de personas y el horario de ingreso era más preciso, en esa primera etapa “sabíamos que un avión de Ezeiza llegaba a tal hora, y que en dos horas teníamos en el hotel de 40 a 50 pasajeros. Después de eso nos encargamos de darle las viandas de comida, siempre con todo el equipo de protección. Cada habitación tenía un banquito afuera y apoyábamos la comida ahí, tocábamos la puerta y nos retirábamos para que cada pasajero la reciba y básicamente los horarios picos eran almuerzo y cena.

 

De la atención a la coordinación

Con la intención de descongestionar hospitales y evitar el contagio de terceros ( ya que muchos pacientes conviven en sus casas con otras personas) desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se coordinó acciones con hoteles para hospedar por lapsos cortos de tiempo “vienen pacientes a la espera de resultado, o positivos leves o asintomáticos”. Las personas pueden estar entre  24 horas o un máximo de 10 días. Ahora la tarea es más administrativa, implica la comunicación con unidades febriles, se coordina la logística para la entrega de comida, chequear que en las habitaciones todo ande bien “todo manejándolo desde Planta Baja,  nosotros no subimos a las habitaciones ni repartimos comidas. Ahora se encarga gente de catering con un traje de protección que se asemeja al de un astronauta, hay gente de limpieza también, pero nosotros somos el cerebro operativo de todas estas cuestiones. Es muy diferente porque ahora estamos casi todo el día muy a full”. A su vez, se le suma atender a los delivery que con frecuencia se acercan con bolsas de ropa y comida para pacientes, o familiares para hablar con el personal médico. En la actualidad el trabajo es más demandante porque la cantidad de personas es impredecible sin importar el horario ni el día, “el trabajo es también chequear que cada paciente esté bien en la habitación con los requerimientos que necesiten”.

 

 

- ¿Cómo es un día de voluntario?

-Se dividen en 3 turnos: mañana (08:00 - 16:00), tarde ( 16:00-00:00), noche ( 00:00 - 08:00). A mí la mayoría de los días me toca turno tarde, hay dos días turno mañana y un día hago guarda en al noche. Por lo general en las mañanas te preparás con las declaraciones juradas de los pacientes que van a salir, coordinar el egreso.  Nos comunicamos por handy, va una enfermera que busca el paciente a la habitación, lo hace bajar y ahí estamos nosotros  con los médicos haciéndoles llenar la declaración jurada. Una que queda para nosotros y otra que se lleva el paciente para irse a su casa y poder circular. En el turno tarde viene el micro y preparamos el protocolo de ingreso, una persona chequea que los pacientes que llegan sean los mismos de la lista del micro. Una vez que entran se les desinfecta. Yo estoy detrás de un biombo con un médico, quien pide todos los datos, yo corroboro todo y después suben a la habitación. Ahí los espera un enfermero que los ingresa y así uno por uno, después si algún médico quiere comunicarse con un paciente, etc. En la noche la guardia es tranquila, como mucho recibís un llamado de algún paciente con alguna molestia pero por lo general es tranquila. 

 

 

- Un desconocido ¿puede ser tu amigo?

-Sí, un desconocido definitivamente puede ser tu amigo. La verdad es que en estos meses, ( no se ni cuantos llevo como voluntario) he conocido mucha gente increíble. A mí en lo personal siendo bailarín y con el tiempo que eso lleva, me cuesta mucho relacionarme con gente fuera del ambiente. Y ahora estoy conociendo a un montón de personas, compañeros que están conmigo que no pertenecen al teatro, médicos que son increíbles, que me llevo súper bien y también con los pacientes,  porque uno encara charlas telefónicas y se genera un vínculo lindo con esas personas que siempre están muy agradecidas por todo lo que hacemos por ellos. Si bien llegan siempre muy asustados, tratamos de tranquilizarlos un poco, de darle una mano con lo que podamos. 

 

 

- ¿Qué rol pensás que tiene la empatía en el acompañamiento a personas que necesitan estar aisladas?

-Para mí la empatía es un rol fundamental, no solo el acompañamiento de las personas que están aisladas sino en lo cotidiano. Siempre poder entender al otro, poder ponerse en el lugar del otro, me parece fundamental para que el mundo funcione mucho mejor. Acá en el hotel vienen pacientes que estuvieron todo el día a lo mejor en una guardia o esperando un hisopado, llegan súper cansados y nosotros tratamos de que se sientan lo mejor posible, de hacer los trámites rápido de ingreso. Con los médicos tratamos siempre de dejar tranquilos a los pacientes porque es una situación estresante. Hay personas que han llegado al hotel con crisis nerviosa porque no sabían qué estaba pasando, era difícil de entender la situación. Hay que tener mucha paciencia con ellos para poder explicarles y que entiendan qué es lo que está pasando, que se queden tranquilos que acá en el hotel los vamos a cuidar.

 

 

- Sos parte del Ballet Estable del Teatro Colón ¿qué le aporta el arte a este contexto que implica una situación médica en muchos casos delicada?

-Lo que aporta el arte ahora es un poco de distracción de la buena, para que este momento sea un poco más ameno, pero no mucho más que esto. La verdad, es durísimo para todos los artistas esto que estamos viviendo. Y en cuanto al público, ya sea ver un ballet en streaming o ver una ópera, o ver películas, cualquier tipo de arte, es un momento de distracción, que sirve mucho para que la pandemia se haga más liviana ( por decirlo así). Yo creo que el arte ayuda a sanar, no sé por qué a mí esta cuestión virtual, hacer clases de ballet es muy difícil pero hay que reinventarse y esta es nuestra nueva normalidad al menos por un tiempo (que espero sea poco), pero sí ayuda mucho. Hay que mantenerse activo con estas cuestiones y tratar de nutrirse con todo lo que se pueda.

 

 

- ¿Qué aprendizaje te ha dejado esta experiencia hasta el momento?

-Hasta el momento la experiencia ha sido súper enriquecedora, aprendí desde cosas básicas como usar un excel a la perfección (recordá que soy bailarín -risas-), hasta manejar un sistema un poco más complejo de hotelería (todo como si fuera un conserje) hasta cuestiones más profundas y personales. Mucha madurez en los últimos tiempos  y sobre todo un cambio de perspectiva. En lo personal cambié un poco el foco de las prioridades, todo esto fue como un golpe de realidad, que me hizo crecer mucho, muchísimo.

 

 

Un nuevo foco

La pandemia es un antes y un después en la vida de todas las personas, a nivel mundial, en simultáneo, hay una nueva mirada en la que lo social toca de cerca y hace replantearnos. Empatizar, ponerse en el lugar del otro,  ayudar desde lo genuino a otras personas que no son necesariamente de nuestro círculo cercano, es un punto de inflexión importante “lo más duro que viví fue los primeros días de la cuarentena cuando estaba todo absolutamente cerrado y veía mucha gente con hambre, pidiendo en la calle. Nosotros con otros chicos en su momento siempre que podíamos ayudar a la gente de la calle lo hacíamos, ya sea entregando alguna viandita del hotel que podíamos entregar, o nosotros mismos llevando comida. Eso como que me angustiaba demasiado, pero a la vez me he dado cuenta de la solidaridad de muchas personas también, veía a mucha gente en la calle ayudando y eso me daba como un alivio, saber que todavía hay chance de hacer las cosas bien. Me acuerdo que hablando con una amiga me preguntaba como que ¿Che, cuándo vas a entrenar? las clases de ballet y yo justo estaba en un momento súper sensible le dije que hay gente que se muere de hambre, lo que menos me importa es engordar un poco o desentrenarme. Como que mi cabeza hizo un clic con respecto a todo eso”. 

 

Por: Leomarys Ñañe

Fotos: Gentileza Gerardo Wyss / Instagram: @gerardowyss

 

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