El pH es una medida que indica la acidez o la alcalinidad del agua. Se define como la concentración de iones de hidrógeno en el agua. La escala del pH es logarítmica con valores de 0 a 14.

Cuando el pH del agua es demasiado alto o demasiado bajo, el agua se vuelve corrosiva y reactiva. Si el agua es corrosiva, la corrosión acelerada en tuberías o recipientes puede provocar la liberación de metales tóxicos, compuestos orgánicos volátiles, cloro y algunos pesticidas Los valores de 0 a 6 se clasifican como ácidos, mientras que de 8 a 14 como alcalinos. El pH 7 significa que es neutro.

Si bien esta característica natural no afecta en la vida diaria a quienes en la actualidad están más preocupados por el bolsillo, hay un investigador viedmense que no duerme a partir de los cálculos que acaba de analizar. Se trata de Alejandro Bukstein, licenciado en Biología por la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien recopiló información proporcionada por la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) y el Departamento Provincial de Aguas (DPA).

“El pH    alto perjudica los cultivos impidiendo que las plantas tomen nutrientes del suelo y en consecuencia algunas no prosperan y se mueren”, según la conclusión a la que arribo en el marco de una consulta de NoticiasNet sobre lo que está ocurriendo con el agua que escurre el río Negro y llega a las chacras del valle inferior.

A su entender, el pH óptimo para los cultivos sería de 6,5 e incluso un valor apto podría rondar en 7,5, aunque en la actualidad se están observando mediciones de hasta 9 puntos que “son valores incompatibles”.

Bukstein redobla la apuesta sobre qué es lo que está ocurriendo con este fenómeno. Su teoría es que el problema está en las represas aguas arriba y que estaría modificando el pH en el marco de un proceso químico negativo. Advierte cuando “el agua sale del lago Nahuel Huapi hacia el Limay, que llega a Viedma entre siete y 10 días, la medición es de 7”, es decir ideal para toda actividad.