PULSO ARTÍSTICO-HOY EL ACTOR CARLOS IRAZUSTA
Llegó al teatro por casualidad, lo abrazó con pasión y ya marcó un camino
Llegó a la Comarca Viedma Patagones en el año 1983 luego de haberse recibido como abogado y de haber ganado un concurso de trabajo en el Banco Nación Argentina. Su nombre es Carlos Irazusta y es uno de los pioneros del teatro de los años '80 y uno de los hombres que vivió la primavera democrática, luego de los oscuros años de dictadura.
Según comentó, al teatro llegó por casualidad, pero a partir de ese suceso nunca más lo abandonó. Algo parecido le pasó con la ciudad de Viedma, a la que nunca más dejó, luego de “beber agua del río Negro”, como él mismo dice.
Para conocer un poco más de su historia, NoticiasNet dialogó Carlos Irazusta quien comentó que “soy nativo de Carhué, provincia de Buenos Aires, pero me fui a estudiar a La Plata y luego a trabajar a San Nicolás de Los Arroyos como abogado, y por un concurso del Banco Nación llegué a Viedma en el año 1983”.
Por aquellos años, comentó que “no tenía nada que ver con el teatro, es más jamás había hecho teatro, pero siempre cuento que llegué por un error. Estando en el banco conocí a una persona, porque no conocía a nadie y me invitó a participar de una reunión con un grupo de gente que estaba en la misma” situación.
Continuando con su relato, Carlos manifestó que “cuando llegué a la casa de esta gente me encontré con que era una reunión en la que estaban seleccionando un elenco para teatro. El director era Castañet, un hombre de Bahía Blanca”.
Mientras hablaban e iban eligiendo los posibles actores para la obra, Carlos pensaba “qué estoy haciendo acá”. Según comentó, “éramos unas 20 personas, recuerdo que por el 'fisic du rol' (lo más parecido que da un físico para interpretar algún personaje) el director fue eligiendo los personajes y a mí me designaron con el rol protagónico. Entonces les dije "disculpen, pero jamás hice teatro, llegué acá por otra cosa", pero bueno, me insistieron tanto que al final fui a un taller, porque la gente era macanuda, y bueno, me enganché, me gustó y así fue mi entrada al mundo del teatro”.
Si bien la obra finalmente nunca se estrenó, Carlos Irazusta ya se había metido en el mundo del teatro y en el año 1985 fue invitado para participar como actor en la obra "Hay cosas que no se dicen", de Purogrupo.
Recordando la obra, sostuvo que “había sido seleccionada para representar a la provincia de Río Negro en el teatro Cervantes, en Buenos Aires, así que mi debut como actor fue ahí, a lo grande”.
Por aquellos años, recordó el actor “con Purogrupo no teníamos lugar dónde ensayar, rodábamos de un espacio a otro, siempre de prestado. Pero veíamos un lugar abandonado, en pleno centro de Viedma y averiguamos, queríamos saber de quién era, para pedirlo”.
El lugar en cuestión era un viejo galpón de Vialidad Nacional que se encontraba abandonado en calle Belgrano, entre Zatti y Roca, en pleno centro de la capital rionegrina.
Al referirse al galpón, Carlos recordó que “si bien era de Vialidad, estaba a nombre de la Municipalidad de Viedma. Con ese dato nos pusimos en contacto con concejales y terminamos en la casa de Nilo Fulvi. Recuerdo que fuimos con Gabriel Abayú, Alejandra Lehner y Jorge García, entre otros. Le contamos lo que queríamos hacer y se entusiasmó mucho, fue así que terminamos haciendo un comodato y nos quedamos con ese lugar abandonado y sucio, donde te morías de calor en verano y de frío en invierno”.
No obstante, por aquellos años el estado nacional comenzó a destinar fondos para fomentar la cultura y en particular el teatro, por lo que Purogrupo, ya constituido como asociación, logró contar con un primer subsidio y mejoró el espacio.
La inauguración de la sala, recordó Irazusta que fue “con la obra “Siempre sombra”, con la que ganamos el Festival de Teatro provincial y representamos a Río Negro en el Festival Nacional de Paraná”.
En aquellos años, con una democracia recién recuperada, Carlos señaló que “se vivía todo un destape y nosotros fuimos parte de eso. Además había otra forma de encarar el teatro, que se fue perdiendo con el tiempo. Éramos grupos de personas que armaban salas y había mucho teatro independiente, todo en el marco del retorno de la democracia. Recuerdo que trabajé con muchos actores y directores, por eso digo que para mí es un orgullo haber sido parte y fundador ese lugar que es la sala de teatro El Tubo. Si bien ahora no soy parte de la asociación, hay otras personas, pero nosotros seguimos trabajando ahí porque es nuestra casa, la hicimos nosotros, más allá de que la continúan otros”.
Satisfacción
Una vez que su vida abrazó al teatro, comentó Carlos, “pasé por diferentes grupos y elencos, trabajé hasta hace poco con Hugo Aristimuño. Con él transitamos un trayecto largo, con experiencias que me marcaron mucho”.
En este orden, señaló que “una de las satisfacciones más hermosas que me ha dado el teatro fue una obra que se llamó “Dibaxu”, que eran textos de Juan Gelman, un poeta argentino que tuvo que exiliarse en Europa y México. Lo que hicimos fue tomar poemas del exilio e hicimos la obra, que luego fue seleccionada para un festival en México y la pudo ver Gelman. Ahí lo conocimos y se emocionó al verla. Luego fuimos a comer con él, pasamos todo un día con él, que es una persona maravillosa y para mí un regalo que me dio la vida”.
Actualidad
Al preguntarle por su presente, comentó que “actualmente estamos con las últimas presentaciones de El Acompañamiento, obra que realizamos con Gabriel Abayú y que estará presentándose este sábado y domingo”.
El Acompañamiento, manifestó, “es una obra muy querida por nosotros, que viene de Teatro Abierto, que fue toda una resistencia contra la dictadura militar. Hoy no está eso, pero vivimos cosas que nos oprimen y ni hablemos de lo que puede llegar a pasar el año próximo”.
Al preguntarle qué se viene para el año próximo, Carlos manifestó que “siempre estoy proyectando para adelante, siempre pensando en algo para hacer, tengo 70 años, pero siempre estoy con proyectos, aunque después no salgan”, afirmó entre risas.
Por último, consultado por qué significa el teatro para su vida, manifestó que “dice un autor que leo mucho y respeto, que en el fondo de cada creación hay una herida, todos tenemos una herida, pero en la gente que crea hay una herida, se cuáles son las mías y el teatro me ha servido para sanar esas heridas, para rodearlas, para conversar con ellas e incluso a veces abrirlas. Eso es el teatro”.
Consultado por Viedma, manifestó que “una vez me dijeron que si tomaba agua del río Negro no me iba más. Bueno, llegué en el año 1983, tragué agua del río y no me fui más, mis hijos son viedmeneses y creo que el que se mete en el teatro no sale más y no se sale impune. Todo eso es Viedma y el teatro”, cerró entre risas.