Crónicas viedmenses

| 02/06/2023

El preservador del pasado: Horacio Asborno es uno de los mayores coleccionistas de pianolas y vive en Viedma

Un maravilloso viaje para reencontrarse con la historia. Acumula más de 9 mil rollos que traen al presente a los más grandes músicos, como Gardel y Rubinstein. Además, el rescatador de este instrumento ha compartido casi 3 mil videos en Youtube, para que su colección no quede sólo puertas adentro.

El preservador del pasado: Horacio Asborno es uno de los mayores coleccionistas de pianolas y vive en Viedma

Por Fernando Manrique

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Fotos: Vanesa Schwemmler.

"¡Guau!" fue la expresión de quien les escribe apenas entré a la casa. "¡Guau!" fue la misma onomatopeya de nuestra fotógrafa unos minutos después. Una enorme colección de rollos sobre estanterías es lo primero que atrapa a la vista cuando se ingresa al hogar de Horacio Asborno, quien es considerado uno de los mayores coleccionistas de pianolas en América y lo tenemos en nuestra Viedma.

¿Qué es una pianola? En criollo es un piano que reproduce música de forma automática sin que uno tenga conocimientos musicales previos. En algunas hay que usar unos pedales que están en la parte inferior y en otras solamente hay que colocar la pieza. También se permite la ejecución manual.

"El preservador del pasado", así como lo apodó un viejo amigo que ya no está, tiene 10 pianolas de más de 100 años que conservan un excelente estado y todas se mantienen en funcionamiento.  Las mismas van desde el año 1913 a 1977 que es la más moderna. Con ellas hay más de 9 mil rollos con música clásica, marchas e himnos de distintos países y sobre todo obras de tango de la era dorada, incluso algunos con la firma de Gardel, verdaderas reliquias que nos retrotraen al siglo XX.

Lo de Horacio es algo fuera de serie en los coleccionistas, ya que la mayoría tiene todo guardado puertas adentro, sólo se lo puede disfrutar en persona, pero aquí hasta dedicó varias horas para grabar y compartir la magia de las pianolas a través de Youtube. En su cuenta @ioracio subió casi 3 mil temas, cada uno con su detalle.

"Este tango me retorna a mis años de niñez", fue uno de los comentarios en el material de "La Cieguita" interpretado por el ícono Carlos Gardel.

Mientras que "Canto dei Fascisti: inno ufficiale" llegó a cerca de 50 mil reproducciones y emocionó a cientos de italianos, que viajaron en el tiempo con cada acorde.

Su dedicación es tal que lleva semanas para reparar algunos rollos que no están en óptimas condiciones y cuando los logra "revivir" los mantiene catalogados minuciosamente. Todas las operaciones son en el mismo taller donde tiene una gran pista de trenes eléctricos, otra pasión que será motivo de más profundidad próximamente.

¿Cómo comenzó la magia?

En una charla que se extendió durante una hora y media, Horacio habló de todo y principalmente su devoción radica en preservar una pieza tan noble como las pianolas: "Es como que Rubinstein esté tocando el piano en tu propia casa", sintetizó en relación a lo que sucede con este invento de principios del 1900.

Volviendo para atrás en el tiempo, Asborno nació en la ciudad de las diagonales y a sus 10 años lo mandaron a estudiar piano. Cuando cumplió 17 años, su maestro le dijo que tenía dos caminos: estaba tiempo completo para ser concertista o debía dedicarse a otra cosa y así fue como incursionó en la carrera de Contador Público, profesión que luego ejerció a lo largo de su vida.

Tiempo después, visitó la casa de su bisabuela en Bragado y se topó con lo que sería el amor de su vida: con su primera pianola. Estaba lleno de rollos en cajas de manzanas, con temas como "La pulpera de Santa Lucía", "Danubio azul", "La Cumparsita", melodías clásicas y populares. "En ese momento dije esto es lo mío, porque a mí me gustaba el piano pero no me gustaba estudiar. Ahí descubrí que con los rollitos había música, ya que en cada perforación hay una nota distinta", mencionó.

"En un primer momento no me di cuenta y pensé que los rollos importados eran mejores y a los pocos años supe que era todo al revés, que los que más tenía que buscar eran los rollos argentinos, porque ahí estaba la música autóctona de 1900 a 1930, que era el tango de la guardia vieja", recordó.

En la misma línea, expresó: "Cuando pones un tango acá lo escuchas tal cómo lo crearon los tangueros, como Juan de Dios Filiberto, Matos Rodríguez, Pugliese, Pichuco o Gardel, todos los tangueros de aquella época dejaron su música en los rollos argentinos y eso era lo interesante".

Todas estas acotaciones fueron mientras sonaba la polka "Barrillito de cerveza" en una pianola de 1914. Para los cinéfilos, este tema nos hace recordar a una mítica película argentina, de las mejores en nuestro suelo. La consiguió en Bahía Blanca en 1990, la desarmó, la acondicionó con los respuestos necesarios y más de tres décadas después sigue intacta.

"Los primeros rollos los conseguí en 1977 en Bragado, que vinieron justamente con mi primera pianola que no funcionaba, porque estaba en una casa abandonada. El tema era ¿cómo hacía yo para hacer andar un mecanismo que no tenía ni idea lo que era? Ni siquiera sabía toda la maquinaria de resortes, fuelles, cueros, válvulas, cañitos y todo un tema desconocido. Me contacté con un técnico alemán, que con su tradición europea quería dejar a un sucesor y enseñarle a alguien su oficio y estuve siete años de aprendiz", detalló.

Allí hizo sus primeras armas, se vino a Viedma y cambió su vida de forma rotunda. No cualquier rollo funciona en cualquier pianola, por lo que acumuló varios, los mantuvo en buen estado y disfrutaba de los que sí coincidían con el instrumento que vino de Bahía Blanca. Más tarde, fue buscando más pianolas y hoy tiene diez.

En cuanto a rollos, sigue comprando por lotes a quien le ofrezca y hasta tiene algunos de Los Beatles y de Elvis Presley, ya que una empresa norteamericana llamada QRS siguió haciendo grabaciones hasta 2005, con hits más modernos. 

Otros "chiches" en la sala

Además de las pianolas, en la casa que parece un museo están los tres primeros soportes sonoros que se inventaron para reproducir música comercialmente. "La primera es una amberola de Edison, con cilindros que son anteriores a los discos. El tipo inventó esto en 1890 más o menos y funcionó hasta 1910 y ésta es de esa época", contó.

Y a pesar de tener 100 años de vida se escucha como si aún estuviéramos a finales del siglo XIX, lo que nos permite viajar en el tiempo sin la necesidad de una máquina como las que aparecen en las películas de ciencia ficción. 

El siguiente instrumento que sigue en la cronología de la vida musical son precisamente las pianolas, "donde se superponen los cilindros de Edison con los rollos y los alemanes sacaron un invento espectacular, que son los rollos que no sólo reproducen la melodía sino también los matices que les dio el intérprete al momento de la ejecución de la obra. Reproduce la intensidad de los pianistas y fue una cosa extraordinaria. Para que se den una idea nuestros rollos costaban 3 pesos y los alemanes 40, casi 13 veces más, pero allí aparecen los grandes pianistas del siglo XX como Rajmáninov, Rubinstein, Paderewski, Saint-Saëns, Enrique Granados, Teresa Garreño, Juan Carlos Cobián que fue a Estados Unidos y a Alemania y grabó en esos sistemas". 

La tercera reliquia que posee es una victrola que reproduce discos de pastas mucho mejor que cualquier pieza que se puede escuchar por Spotify. "Ésta es de 1930, del modelo clevencia, que es la más grande y de mayor duración que se fabricó, porque en su interior tiene cuatro cuerdas que las acumulas y se podían escuchar 30 minutos de discos. Irónicamente, ésta la compré en Ignacio Correa, cerca de La Plata, en un salón de bailes donde la usaron para animar las fiestas entre los años 1930 y 1950", detalló.

La historia hecha rollos

"Tengo una rolloteca", bromeó más adelante Horacio con respecto a la gran colección de estos insumos en su casa, como si fuera una biblioteca. 

Yendo más en el tiempo, precisó: "En Argentina existieron 12 fábricas de rollos con marca registrada. Acá no se fabricaban pianos, sino que se hacían rollos y hubo una que era Perforación Argentina Musical Para Autopianos (PAMPA), que se fundó en 1908 y estimativamente cerró sus puertas en 1933, y una curiosidad es que hace unos años viajé a Cusco, para conocer el Machu Pichu. Allí en una casa de antiguedades, donde estaba todo podrido, encontré un lote de rollos con el tango Cambalache, que es de 1934, y está editado en Perú porque en Argentina cerró la fábrica un año antes. Entonces, hay tangos para pianolas que están editados en Perú o en Ecuador y acá no".

De todas maneras, calificó: "PAMPA para mí fue la fábrica más importante de rollos en Latinoamérica y editó unos 1800 títulos, de los cuales el 90 por ciento son melodías argentinas, con valses, rancheras, himnos, fox-trot y pasos dobles que fueron compuestos acá por toda la inmigración española y a los españoles les sorprende que en Argentina existe música de sus raíces que allá no la conocen".

"Hoy el tema de los rollos es poder encontrarlos, porque hace 80 años que dejaron de circular y hago un trabajo de búsqueda periódicamente, pongo avisos, aunque ahora estoy con un stock de 1500 rollos que los tengo que arreglar, porque algunos están deformados, les faltan las tirillas o los carretes laterales. Yo cuando compro un lote de 100 rollos, el 20 por ciento está bueno, el 60 por ciento está recuperable y hay un 20 por ciento que se descarta porque lo agarró una polilla, la humedad u otros temas", completó.

Así las cosas, adquirió insumos en Bahía Blanca, en Bariloche e incluso en Patagones donde llegó una pianola, pero es un trabajo de hormiga, muy puntilloso.

Verdaderamente, los rollos también son una obra de arte en sí misma, con detalles milimetricos y gran parte de ellos tiene las firmas de los músicos, como un sello de derechos de autor. El mismísimo Gardel firmó al menos tres de los que tiene "El Preservador del Pasado" y eso quedó inmortalizado como un tesoro nacional. 

"Hay muchos rollos que están firmados por el autor y el que más llama la atención es Gardel, porque cada uno tenía que firmar la estampilla para que los rollos puedan circular. Gardel no era músico compositor, era cantor y no hay rollos de Gardel salvo cuatro o cinco excepciones y entre ellas tuve la suerte de que algunos rollos vinieron con la G de Gardel. Es un patrimonio histórico, es atípico y yo sé que no son comunes porque de más de 9 mil rollos yo tengo tres nada más", remarcó. 

El valor musical de la colección de Horacio es incalculable, a tal punto que el Instituto Nacional de la Música grabó todas las piezas que adquirió del pianista Agustín Bardi, de gran auge a partir de 1912, porque no había registros en vivo de sus interpretaciones. 

El mayor mérito de Horacio es que donde algunos ven una pila de basura, él ha logrado rescatar el motor de nuestra música nacional y de otras latitudes. Realmente ha generado un museo adentro de su propia casa. 

Tenga seguridad que éste no será nuestro único viaje al pasado.

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