El 23 de junio de 2014, un acontecimiento inusual sorprendió a los habitantes de El Cóndor, cuando un vecino ocasional que caminaba por la playa descubrió un gigante varado: un cachalote de 16 metros de largo y aproximadamente 20 toneladas de peso. Este cetáceo fue hallado sin vida a pocos kilómetros más allá de la bajada de Picoto.

En aquel momento, se tomaron muestras de tejidos para llevar a cabo estudios genéticos y de contaminantes, con el fin de determinar la causa de su muerte. Sin embargo, debido a las cicatrices y otras marcas en la piel del enorme mamífero, se especuló que su deceso pudo haber sido ocasionado por la vejez.

Un mes después, el mar puso a prueba su increíble fuerza al arrastrar varios kilómetros el cuerpo del cachalote. Sorprendentemente, terminó apareciendo en la playa de Cailoto, el último ingreso a la costa próximo al pescadero y a varios kilómetros de donde inicialmente había sido encontrado semienterrado, ahora muy cerca de la población y con acceso libre a los curiosos.

Ante este acontecimiento, se iniciaron de inmediato las tareas de recuperación, logrando recuperar la totalidad de los huesos que se encontraban en el ejemplar, los cuales corresponden a una parte importante de su esqueleto.

Además, se recuperaron más restos hallados en el lugar original del varamiento, y se elaboró un informe para dar cuenta del motivo de la muerte: la vejez.

En aquel entonces, las autoridades de Ambiente aseguraban que, en aproximadamente dos años o un poco más, podrían desenterrar al cachalote para cumplir el objetivo de exponerlo y estudiarlo.

Sin embargo, han pasado casi nueve años desde aquel suceso y poco se sabe sobre el destino de los restos del cachalote. No se ha llevado a cabo el proceso de desentierro y, hasta la fecha, las autoridades no han informado sobre si se pretende recuperar los huesos para su exhibición y estudio. A pesar de la existencia de algunas consultas informales para retomar el asunto, no se han realizado acciones formales al respecto.