Hace dos décadas la madre de Dalma y Gianinna puso un stop a la relación con el astro mundial y salió a la luz la solicitud de divorcio, con él estando en Cuba.

Se cumplieron 20 años del día en el que Claudia Villafañe le pidió el divorcio a Diego Maradona, uno de los hechos mediáticos más importantes del mundo de la farándula y del deporte. Si bien hacía años que no convivían, todo explotó aquel 28 de marzo de 2003 cuando se desató el proceso legal.

Después de haber perdonado decenas de infidelidades, Claudia estalló y presentó una demanda en contra de Maradona por “abandono de hogar”. Ese día fue cuando la mujer del astro e ídolo futbolístico dijo "¡Basta!", puso un punto límite a toda esa parte que estaba ocultaba debajo de la alfombra y sacó a la luz su hartazgo.

Villafañe alegó "abandono de hogar desde julio de 1998", ya que en ese entonces les leyes solicitaban que, para pedir el divorcio, necesitaba justificar el motivo de la ruptura. En esa misma denuncia ella le pedía la tenencia de sus dos hijas, Dalma y Gianinna, que para ese entonces tenían 15 y 12 años respectivamente.

Además de la tenencia de sus dos hijas para evitar "posibles situaciones de conflictos", también exigió el dominio dedos departamentos, una cuota alimentaria de 5 mil dólares por mes, el 50% de las ganancias desde mediados de los 80 y la mitad del control del Museo Maradona que, en aquel momento, había comenzado a armarse.

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Definitivamente, ella iba por todo. Con la misma impronta con la que se la conoce actualmente, Claudia convenció a Diego que le firmara un poder absoluto sobre todos sus bienes y que debió ser revocado más tarde. Fue un absoluto shock, Diego tenía 42 años y Claudia 41.

Según había explicado Maradona en una charla con la revista Gente, la pareja vivía separada porque él estaba en Cuba por aquellos años. "Ella no quiso venir a vivir a Cuba. Hablé con las nenas y ellas tampoco quisieron dejar a sus amiguitos o a sus amigovios para venir a La Habana", destacó, además de lamentarse por estar solo sin su familia.

El Diez se había instalado en Cuba para recuperarse de su adicción a la cocaína, decisión que tomó después de la sobredosis que casi le cuesta la vida en Punta del Este. Fue entonces cuando se instaló en el centro de rehabilitación La Pradera, junto a su representante Guillermo Coppola.

Contrariamente a lo que había sido esa primera intención, cuando Diego llegó a Cuba conformó una muy estrecha y fuerte amistad con Fidel Castro, lo que dio una libertad y poder absoluto en la isla. El exceso de alcohol, las fiestas, las  mujeres y la noche, hicieron que Claudia no tolere más infidelidades y le ponga un punto final a una pareja emblemática que tuvo 14 años de enorme amor.

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