El cantante contó a qué se dedica su padre jubilado y se mostró emocionado por ensalsar lo que él hace y cómo lo hace.

"A menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción", reza la canción de Joan Manuel Serrat y así da inicio a cualquier historia que se pueda contar de padres e hijos, construyendo los retoños sus propios caminos, a veces más parecidos, con idénticas profesiones y otras tantas no, pero sí está el orgullo de llevar los valores aprendidos.

Luciano Pereyra se emociona al hablar sobre sus padres y los pondera mucho cuando tiene que salir a hablar o mismo le preguntan por su humildad y dedicación que le ha puesto a su carrera, donde la vanidad a veces se lleva puesto a todo.

El Chino dijo en muchas entrevistas lo muy importante que son sus padres, sus pilares para explicar el éxito rotundo que tuvo en su carrera como cantante, donde jamás escatimó en el trabajo y el esfuerzo, soportando momentos difíciles donde la familia lo apoyó y lo instó a darle más duro para recuperarse.

En una charla con Jey Mammón en "Los Mammones", Pereyra hizo referencia al trabajo de su padre, una profesion, barra "changa", que aún hoy mantiene activa pese a estar jubilado.

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La referencia al trabajo de papá salió a colación de cuando Horacio Guarany lo invitó a cantar a él. Entonces el músico explicó: "Horacio ya viviendo en Luján se hizo muy amigo de mi papá. Mi papá le pintó la casa"

Esto último le llamó la atención al conductor que quiso saber más sobre el asunto y entonces Luciano se explayó: "Mi papá pinta casa a pesar de estar jubilado. De él aprendí mucho y valoro esa cuestión del trabajo, nada es regalado y todo es con esfuerzo".

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"Yo vi a mi viejo levantar su casa ladrillo por ladrillo. Mi mamá lo esperaba con el cemento ya hecho y mi viejo llegaba de la fábrica a las cuatro de la tarde y se ponía a hacer su casa. Él hizo su casa, yo lo ví. Mis padres me enseñaron a no creer en la suerte y sí en el trabajo. En el caso de tener suerte, acompañala con trabajo", concluyó.

Los valores hogareños son cuestiones que quedan para toda la vida, que los hijos vean a sus padres predicar con el ejemplo es la mejor lección que se puede dar y Luciano Pereyra no hace más que estar orgulloso de mamá y papá, así que en su posición mediática expande su aprendizaje a la gente, sabiendo que quién se sume a su pensar desde su palabra, es todo ganancia; y eso ya es mucho más de lo que puede pedir.