Por Claudio Andrade

Cada verano es también una oportunidad para recuperar lecturas perdidas o atreverse a libros que dejamos de lado durante un año complejo.

La biblioteca del mundo es claramente una biblioteca borgeana: infinita, extraña, fantástica. De modo que nos concentraremos en libros y autores que forman parte del imaginario de la Patagonia y a su manera la explican y la definen.

Un puñado de libros de tantos y buenos que han sido escritos en distintas épocas bajo el signo del sur.

Empezamos:

“El Oso” de Emilio Di Tata Roitberg. La historia de un chico marginal formado en un barrio complejo de Bariloche como es el Alto. Pero en la obra de Di Tata Roitberg no hay golpes bajos ni miradas cliché. Casi encuadrado, sin quererlo, en la figura de un escritor duro, el autor de “El Oso” dibuja un paisaje y unos personajes con total honestidad. No existen las concesiones, pero tampoco la mirada antropológica. La tensión y una violencia subterránea son componentes de un relato sobresaliente. Es una de las novelas más vendidas de la Patagonia. Para conocer otros ámbitos y otras voces.

“Cordelia en Guatemala” de Graciela Cros. Tanto y tan bello ha escrito esta poeta barilochense. No caben dudas a esta altura de que se trata de una de las voces más exquisitas y refinadas del país. Sus libros son objetos artísticos, piezas para guardar en la mesa del velador, emisiones de luz. “Cordelia en Guatemala” es una de sus obras más disruptivas. Son “opus rockero”. Frases brillantes. Paisajes del inframundo sin sosiego. Pero hay más: “Libro de Boock”, “Mansilla”, “¨Pampa de Huenuleo”. Gracias totales, Graciela.

“Mojar la medialuna en café con leche y otras incorrecciones”, de Horacio Licera. Licera fue muchas cosas y todas al mismo tiempo. Un Aleph en sí mismo. Fue un excelente diseñador gráfico, inventor, escritor y humorista sin escenario aunque con hinchada. Fue un modelo también de conducta. Elegante, culto, erudito y humilde. “Moja la medialuna en café con leche y otras incorrecciones”, reúne a algunas de sus mejores y más divertidas columnas publicadas en el diario “Río Negro” bajo el nombre de “Por esta luz que me alumbra”. Te extrañamos, Horario.

“Escritos en la frontera”, de Néstor Tkczek. Tkaczek ha llevado adelante en medios de la región una doble labor incansable: literaria y educativa. Desde Cinco Saltos, por años, vienen explicando la literatura a sus lectores de todas las edades y generaciones. Se detuvo en detalles históricos. Puso el ojo. La lupa. Abrió ventanas. Dejó entra la luz a la habitación de los libros. Y siguió y siguió y siguió. Y sigue. Analizando a los grandes, a los medianos, a los pequeños. Literatura hasta el cielo. De todo eso trata su libro recopilatorio. De eso y de un alma enamorada de las palabras. Imperdible.

“Los viajes de ahora”, Liliana Campazzo. Leer a la poeta y escritora Liliana Campazzo es como escuchar el sonido trepidante de una cascada. Uno se siente privilegiado. El primero, el único en escuchar esas palabras mágicas que se despliegan por el aire. Todo esto para afirmar que leer a esta poeta de Viedma es iniciarse en una aventura. Mucho puede pasar. Las cartas están sobre la mesa y los dados girando en el aire. Un poema suyo comienza: “La mujer de la casa pequeña ha decidido que todos los días serán extraordinarios...”