Durante el miércoles 28, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dio a conocer el índice de la pobreza en la Argentina y los números fríos marcan que está en el orden del 36,5 por ciento en lo que respecta al primer semestre del año. Lo alarmante es que subió la indigencia a los 8,8 puntos porcentuales.

Pero en lo que respecta a la Comarca, tanto Viedma como Carmen de Patagones tienen un 39,4  de pobreza. Hablamos de las dos ciudades con el número más alto de la Patagonia. Esta realidad se percibe en los barrios, en los comedores que cada vez reciben a más gente buscando un plato de comida.

A raíz de esto, Radio Noticias (105.5) charló con Marisa, integrante del Merendero Ropero Emanuel (así se puede encontrar en Facebook). Una asociación sin fines de lucro que funciona en el barrio Lavalle de manera desinteresa, intentando dar una mano a quienes más lo necesitan, apoyados en los vecinos que colaboran y aportan a la causa.

“Te soy sincera, hoy estamos cocinando solamente una vez por semana, los días viernes, y tenemos suspendido todo lo que es ropero. No es algo que me pase a mí solamente, sino que les pasa a otros compañeros de otros merenderos”, comenzó la señora a describir lo que acontece.

Luego de eso, se refirió a la modalidad: “Nuestro merendero se sostiene con la ayuda de la gente y la situación de alimentos está difícil. Veníamos de cocinar tres veces a la semana y ahora bajamos a una la entrega de viandas a las familias”, indicó y agregó que están entregando alrededor de 25 viandas semanales, pero que ese número varía de acuerdo a la gente que llega pero, sobre todo de la cantidad de alimento para cocinar.

“No entregamos la cantidad de viandas que entregábamos antes. No llegamos. Mucha gente me escribe para que los tenga en cuenta para las viandas, si pueden venir a buscar, y les tenemos que decir que no contamos con la cantidad de alimento suficiente como para hacer más comida. Hacemos todo lo que nos llega, lo que nos entrega el municipio una vez por mes y luego con las ayudas que llegan de la gente”, indicó.

Por otro lado, con los precios por las nubes, contó cómo es la dinámica. “Mucha gente me escribe y me pregunta en qué me puede ayudar y, la verdad, yo no le puede decir a la gente que me traiga una bolsa de papa. Primero porque no soy así y segundo porque la gente nos ayuda con lo que puede, a mi no me gusta pedir, porque la situación está difícil para todos. Una bolsa de cebolla está cerca de 4 mil pesos, yo no puedo pedir eso”.

Luego, contó que son 4 mujeres las que trabajan y que, para rebuscársela, suelen “salir al trueque”. Esto significa que si una tiene mucha papa y la otra mucha cebolla, por poner ejemplo, intercambian para poder cocinar. “Está difícil, te hace elegir. Viene una mujer sola y otra que es mamá, que tiene chicos, y le damos a la que tiene hijos si no alcanza para todos”.

Por otro lado, se refirió a la ropa, que también están necesitando. “Recibimos todo el año, pero últimamente muy poco, una bolsita cada tanto, pero no alcanza para las necesidades que hay. Creo que la gente prefiere “truequearla”, venderla o también que antes se descartaba antes y ahora, con los precios, la sigue usando aunque esté un poco gastada. Esto me lo dice mucha gente que antes me traía seguido”.