No hay estadísticas capaces de evaluar el poder mediático, emocional y político de un personaje como la princesa Diana de Gales. Hasta que comenzó a aparecer en los medios de comunicación y se formó el revuelo, no hubo un personaje público de tal magnitud. Solo hay un caso comparable al suyo, el de la princesa Sissi, emperatriz de Austria y princesa de Hungría, que también hizo de las suyas en el siglo XIX.

Personas como Sissi y Diana vinieron a cambiar para siempre la imagen que teníamos de la monarquía, sobre todo la británica, con Isabel II a la cabeza. Esas familias reales estiradas, en las que el protocolo mandaba sobre las emociones, en las que los miembros parecían robots más que personas.

Diana Spencer nos recordó a todas que una princesa podía llorar, podía reír a carcajadas, podía correr en una bolsa de papas, podía acurrucar entre sus brazos a sus hijos, podía enamorarse del hijo de un magnate, podía agarrar la mano a un enfermo de VIH sin temor a contagiarse o darse paseos por un campo lleno de minas.

Diana de Gales fue la mujer más fotografiada por la prensa. Su último verano en la Costa Azul y Córcega fue un caramelo para los paparazzi que hicieron el agosto con las instantáneas de la princesa de Gales, antes de iniciar una carrera mortífera en París en la que Lady Di perdió la vida.

Cuando se cumplen 25 años de la muerte de la princesa del pueblo, el rastro del cariño que muchos ciudadanos sintieron por ella se deja ver en los alrededores del lugar en el que murió, el túnel que une la Plaza de la Concordia con el Puente del Alma.

Allí se concentran estos días turistas y admiradores de la princesa, donde han dejado fotografías, flores y mensajes de recuerdo de una intensa vida marcada por el desamor, la persecución mediática y la tragedia.

Los últimos momentos de la Reina del pueblo

El matrimonio del hijo mayor de la reina Isabel II y la princesa de Gales se fue hundiendo en un cúmulo de desencuentros, infidelidades y rumores ampliamente divulgados por la prensa. Para el día de su muerte, ‘Lady Di’ ya llevaba cinco años separada físicamente de Carlos de Gales y uno de haber firmado el mediático divorcio con el miembro de la realeza.

Pese a lo que muchos podrían pensar, Diana pasó los últimos momentos de su vida junto al que sería su nuevo novio, el productor de cine egipcio, Dodi Al - Fayed, heredero de Mohamed Al-Fayed, el multimillonario propietario de los almacenes británicos Harrods.

El 30 de agosto de 1997, la pareja llegó a París desde Cerdeña luego de recorrer el mar Mediterráneo durante algunas semanas, según las declaraciones de un miembro de la tripulación del yate. Esa misma noche, cenaron en el hotel Ritz de la capital francesa, horas antes de partir hacia el apartamento de Fayed, en la ciudad de la luz.

Junto con Henri Paul, subdirector de seguridad del hotel Ritz, y el guardaespaldas, Trevor Rees Jones, la pareja emprendió lo que sería su último trayecto. A menos de tres minutos de salir del hotel Ritz, el Mercedes Benz en el que se movilizaban perdió el control y finalmente chocó contra el pilar 13 del túnel del Puente del Alma, en París.

Los restos del automóvil de la princesa Diana se levantan en un camión el 31 de agosto en el túnel Alma de París. La princesa Diana murió pocas horas después del accidente en el hospital parisino de La Pitie-Salpetriere a causa de sus heridas. 

Según los reportes de prensa de ese día, las últimas horas de Lady Di fueron una angustiosa huida: fue perseguido por fotógrafos en motocicleta que intentaban tomar alguna instantánea de la princesa.

Según testigos de la escena, el vehículo maniobró para evitar estrellarse con un Fiat Uno Blanco en el carril de la derecha, no obstante, el incidente terminó en una colisión devastadora que acabó con la vida de Fayed y Paul en cuestión de minutos.

Pese a que aún se debaten las causas que pudieron haber provocado el choque, algunas teorías apuntan a que las acciones del conductor estuvieron influenciadas por el acoso de un grupo de periodistas hacia la pareja. Por su parte, la Fiscalía de París reveló el resultado de unas pruebas de sangre realizadas a Paul, quien iba conduciendo el vehículo, y concluyeron que estas excedían los límites legales de alcohol en el organismo.

La obsesión de los paparazzi

Las últimas horas con vida de Lady Di pusieron en evidencia la que seguramente fuera una de las relaciones de amor más tóxicas de la historia de la prensa.

Desde que fue fotografiada por primera vez en 1980, Diana de Gales se había convertido en la celebridad más fotografiada, admirada y perseguida por los medios.

En París, Diana de Gales no se mostró tan dispuesta a que la prensa lograra la instantánea buscada. La pareja cambió sus planes en incontables ocasiones y se reunía a destiempo para no ser fotografiada.

La noche del 30 de agosto, Henri Paul y Dodi Al-Fayed pensaron que saliendo por la puerta trasera del hotel evitarían los focos. Paul dijo a la prensa que se concentraba en la Plaza Vendôme que esperara allí, pero la improvisada disponibilidad parecía demasiado evidente.

La idea de Al-Fayed era salir sin seguridad para no levantar sospechas, pero los dos guardaespaldas lograron convencerlos para que al menos uno de ellos les acompañara. Sin embargo, la puerta de atrás del Ritz estaba también vigilada por los reporteros que intentaron seguirlos por el centro de la capital a una gran velocidad.

Obtener la instantánea de la princesa con su nuevo amante, Dodi Al-Fayed, hijo del riquísimo empresario británico de origen egipcio Mohamed Al Fayed, se convirtió en la obsesión de la prensa en el verano de 1997.