Luego de 14 años de sequía, el sistema de represas del Comahue está “estresado” y al borde de sus posibilidades. Sus embalses almacenan apenas el 30 % de su capacidad natural y la Autoridad de Cuencas definió la “emergencia hídrica” para realizar un manejo muy restrictivo del recurso. ¿Pueden general energía las centrales? La respuesta es negativa. Entonces, ¿es negocio la concesión?

El panorama viene complicado. El río Negro, que a esta altura del año tendría un caudal de 600 m3/segundo, hoy lleva un anémico registro de 200 m3. Y por las dudas, la AIC reitera que continuará con este criterio conservador en las erogaciones.

Los voceros del organismo explicaron que más allá de las urgencias del sistema eléctrico nacional, el complejo hidroeléctrico del Comahue no se encuentra en condiciones de producir energía. El embalse de Piedra del Águila, por ejemplo, se encuentra en su nivel mínimo, a 10 metros del nivel operativo normal. El de El Chocón, en tanto, está a siete metros de la franja de operación normal.

“El Limay recién encontró su caudal medio en estos días; la primera vez en todo el año”, indicaron. Como un buen distribuidor del recurso, la administración del agua dispone en este momento almacenar la mayor cantidad posible en El Chocón. Por eso, tal vez quienes transiten por la ruta 237 a la altura de Piedra del Águila se pueden sorprender por cierta “normalidad” en el río, pero en estos días está generando un poco de energía para permitir que el agua llegue hasta el siguiente embalse.

El que prácticamente está sin generar es El Chocón, la primera central construida en la región. Como estas hidroeléctricas están concesionadas desde 1993, cabe hacerse la pregunta: ¿de qué viven cuando no pueden producir energía? ¿Los grandes grupos económicos que tienen su concesión estarán pensando que el riesgo empresario es demasiado grande en relación a la inversión que deben realizar? ¿Las devolverán al Estado cuando se venza el plazo de las concesiones?

El panorama para estos grupos no es ni por lejos tan complicado. En 2017, el secretario de Energía de Mauricio Macri, Juan José Aranguren, modificó la forma de cálculo para retribuir a las represas. Antes el principal ingreso lo proporcionaba la cantidad de kilovatios producidos. Desde Aranguren, se retribuye fundamentalmente por la “capacidad instalada”. Es decir, por el equipamiento puesto a disposición del sistema. Generen o no, tienen una retribución asegurada. En síntesis, las centrales hidroeléctricas van a poder seguir pagando sueldos, realizar el mantenimiento necesario, pagar los impuestos y contribuir con sus aportes a las casas centrales.