24/06/2022

SABIA-Mar: el nuevo satélite de INVAP

SABIA-Mar: el nuevo satélite de INVAP

Leandro Colombano llegó hace diez años a Bariloche para ser parte de INVAP desde Luca, una pequeña localidad de Córdoba que tiene menos de seiscientos habitantes.

“Empecé en la parte de diseño mecánico; primero me encargaba de los equipamientos de soporte para el cuarto limpio, y después me empecé a especializar en estructuras de satélite”, cuenta.

Señala que proviene de una formación con base en la ingeniería mecánica, y apunta: “Me fui metiendo en lo aeroespacial de a poco”.

En la actualidad, se desempeña como ingeniero en sistemas de estructuras de SABIA-Mar.

“En este proyecto me encargo de todo lo que son los subsistemas mecánicos-térmicos, donde se abarca estructuras, control térmico, paneles solares, propulsión y mecanismo de soporte en tierra”, explica.

¿Pero qué es SABIA-Mar?

El nombre, donde hay siglas que convergen con la masa de agua salada, quiere decir Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar.

“Esta es la primera vez que un proyecto satelital de INVAP va directamente desde el diseño al modelo de vuelo, sin pasar por un modelo estructural”, dice Colombano, entusiasmado.

En tal sentido, desarrolla: “Es una capitalización del avance de todo lo que aprendimos en las misiones anteriores a través del modelado matemático de las estructuras, la predicción de cómo van a soportar las cargas del lanzamiento, y los comportamientos que vimos en los ensayos”.

“Después de todos los SAC, ARSAT y SAOCOM, estamos listos para pasar del diseño y del modelo matemático de cálculo al cuarto de integración, con la seguridad de que nuestro modelo va a responder a las cargas que estamos previendo”, afirma, en referencia a la “historia satelital” que INVAP supo construir.

Colombano muestras unos “fierros” y señala: “Estas son las primeras piezas que van a integrar la estructura del satélite SABIA-Mar, que desde el punto de vista mecánico fue un gran avance para nosotros respecto a los proyectos anteriores”.

“Es la primera estructura mecánica que incorpora perfiles comerciales; incluso piezas en 3 D, en titanio y aluminio”, asevera.

El ingeniero en sistemas mecánicos detalla que SABIA-Mar será un satélite que vuele en una órbita baja –lo que se denomina LEO, por el término en inglés Low Earth Orbit–, “pero, en vez de observar a la tierra, mirará el océano, para aplicar una tecnología que en el mundo recién está naciendo y ahora se empiezan a hacer las primeras misiones”.

La referencia es para “Ocean Color”, que Colombano define como “una tecnología donde a través de la observación del océano y de la caracterización del color que refleja día a día se puede identificar el movimiento de fitoplancton, de las micropartículas que dirigen a los cardúmenes”. 

“Además se ha comprobado que es uno de los mejores predictores de lo que son los cambios climáticos”, asevera.

De esa manera, habla de una aplicación “en lo que es la pesca y su control”.

“Sobre todo en nuestras fronteras marítimas, que son muy grandes”, detalla.

Y remarca que tendrá una labor en lo referido “a la anticipación y la corrección de fenómenos climáticos”.

En cuanto a lo del recorrido en una órbita baja, aprecia que “SABIA-Mar nunca va a superar una distancia de setecientos kilómetros de la tierra”.

Sobre el tiempo de existencia, manifiesta: “La vida útil de un satélite de este tipo depende de la misión, es decir, ¿qué es lo que se quiere estudiar y por cuánto tiempo? En el caso de SABIA-Mar, son cinco años”.

Igualmente, aclara: “A los cinco años se puede hacer un estudio del satélite, para ver cuáles son sus signos vitales, cuánto combustible, cuánta generación eléctrica queda, y, en el caso de que sea posible, tomar la decisión de extender el ciclo”. 

En tal sentido, comenta: “Cuando calculamos el combustible, no solo lo hacemos para que llegue al final de la misión, porque si fuera así el satélite quedaría muerto, ocupando una órbita extensa y totalmente innecesaria”.

“Hay una capacidad de combustible, que en el caso de SABIA-Mar es de aproximadamente diez litros, llamada carga de Deorbit, que es la que se utiliza para la maniobra final, la autodestrucción del satélite”.

Luego, entusiasmado, aprieta “play” frente a un televisor, para mostrar un video en el que se ve la apertura de los paneles solares del satélite. Cabe remarcar que se queda mirando la escena como si fuera el comienzo de un nuevo episodio de Star Wars… O algo así.

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