El fin de semana, un chico vivió una situación compleja en el barrio IPPV. El hecho ocurrió el domingo 23, cuando estaba amaneciendo y una de las personas que lo ayudó contó lo sucedido. El dramatismo en sus palabras no hace más que poner sobre la mesa lo que está generando la delincuencia, este flagelo que se debe soportar.    

Todo comenzó con un joven que, volviendo a su casa, fue interceptado por una patota. Le robaron todo, no le dejaron nada, ni la ropa. Así, totalmente desnudo, empezó a golpear puertas sin que nadie lo atendiera, hasta que al fin dio con una familia que lo ayudó.

Gisela –la mujer que contó lo sucedido- se despertó por los fuertes golpes y el llanto de una persona. Abrió la ventana y ahí lo vio, al vecino pidiendo auxilio de manera desconsolada. Le dio una sábana para que se tape y despertó a su marido para que lo tranquilizara.

Sin poder contener las lágrimas, les contó que los delincuentes le empezaron a pegar, que él les decía que se lleven todo, pero que no le sigan pegando de esa manera con un machete. No ofreció resistencia, perro siguieron. Cuando se cansaron, dejaron de hacerlo y se llevaron todo.

“Esto ocurrió sobre la ruta y el barrio IPPV. No paraba de llorar. Golpeó varias puertas, pero nadie lo ayudó. No hay que  mirar para otro lado, porque el día de mañana puede ser tu hijo el que necesite ayuda”, dijo Gisela. “No dejemos a nuestros hijos salir solos, porque hay unas ratas a las que no les importan nada y son de acá, del IPPV”.