09/08/2020

En menos de dos años se jugó un Sudamericano

A finales de 1984, un club y grupo de jugadores de tenis se comprometieron a resolver la falta de infraestructura para poder jugar y así nacieron las canchas de Sol de Mayo.

En aquel entonces, el tenis atravesaba un pico de popularidad y solo había cuatro canchas en la Comarca, dos en Villa Congreso y dos en Jorge Newbery. Muchos chicos querían aprender y los jugadores mayores se volvían locos tratando de conseguir un lugar. Motivados por las ganas de jugar, no más de 12 personas, comenzaron a pensar una solución.

Sol de Mayo, los convocó y ofreció sus tierras. Ellos aceptaron con la condición de que lo recaudado no ingrese a todo el club, sino al tenis del club. Ambas partes estuvieron de acuerdo y así construyeron seis canchas en un periodo que va de octubre del 84 al 26 de abril del 86.

La realidad es que, en principio, solo pensaban en una o dos canchas. Sin embargo, el grupo comenzó a crecer rápidamente y el entusiasmo fue tan grande que a través de diversas gestiones se construyó un espacio que superó ampliamente las expectativas y albergó un campeonato Sudamericano en diciembre del 86.

Desde el inicio pensaron a futuro, en primer lugar, se limpió y niveló todo el terreno, se cercó y se plantaron los siempre verde que aún sirven para contener los vientos. Luego, una gran idea permitió ahorrar materiales en los pisos. Cuando tuvieron las canchas pensaron en el quincho y después en la cancha de cemento.

En el Ángulo, quienes de una u otra manera colaboraron en la construcción del predio de tenis. Ninguno quiso ser nombrado por la imposibilidad de recordar a todos los demás. Sin embargo, brindaron anécdotas que revelan el compromiso de aquellos que se unieron con el objetivo común de jugar al tenis.

 

Seis canchas con el material para una

Uno de los miembros del equipo, viajó a General Roca, porque allí habían hecho una cancha con un método nuevo que permitía ahorrar material. Al regresar contó a los demás la idea, que se puso en práctica en una de las canchas y todos quedaron encantados con el resultado. Además, con los materiales que ya poseían les alcanzó para la construcción de las seis. En la actualidad la cancha número uno del complejo aún conserva el piso original con la que se inauguró.

Ayudaron hasta los presos

Fue tanta la gente que colaboró con la construcción que incluso hubo un convenio que permitió contar con la ayudad de presos que estaban en sus últimos años de condena. Ellos llegaban al lugar con un celador, alrededor de las 9 de la mañana, trabajan, almorzaban y alrededor de las 17 volvían a prisión.

Un cordero por el flete

A través del Departamento de Aguas, consiguieron unos caños para los desagües, que se usan la industria petrolera y luego se descartan. Sin embargo, ellos tenían que pagar el transporte. Como no tenían apuro esperaron hasta que un conocido del equipo volviera del sur con el camión vació y así los trajeron. La única condición fue un asado de cordero que comieron.

Orsanić y el Sudamericano

En la inauguración de las canchas, 26 de mayo de 1986, estuvieron los cuatro mejores jugadores junior del país, el número uno era Daniel Orsanić es un extenista profesional argentino que se destacó como jugador en la modalidad de dobles. Excapitán del Equipo argentino de Copa Davis que ganó la copa en 2016 por primera vez en su historia.

Meses más tarde, del 6 al 13 de diciembre del 86, se realizó el Torneo de Confraternidad Sudamericana de la Niñez, para menores de 12 años. Al mismo, concurrieron, la Federación de Tenis de Chile, de Paraguay, de Uruguay, de Perú, de Bolivia y de Ecuador. Fue un acontecimiento para la época.

Un quincho desde Ezeiza

Una vez que tuvieron las canchas empezaron a pensar en el quincho. Uno de los miembros el grupo amigo, fue a Buenos Aires y de regreso pasó por Ezeiza. Allí vio los quinchitos esos de paja, se acerca a uno y les pregunta sobre la posibilidad de hacer uno en Viedma. Les dan un pecio y le dicen que ellos pueden venir a hacerlo, pero le tendrían que adelantar una suma de dinero, con un giro postal y en 15 días se vienen.

Les mandaron los 500 pesos y a los 15 días aparecieron, con un camión modelo 30 más o menos, pero andaba, lleno de palos, ramas y paja. Eran cuatro o cinco varones, y con cuatro o cinco chicos, hijos de ellos. Así nació lo que ahora es un quincho de cemento, con un techo de paja.

Precio de amigo

A mediados de los noventa, los profesores pedían hacer un frontón para enseñarle a los niños en piso duro.

Entonces, la comisión de tenis, pensó en hacer una cancha de piso duro. Mandaron a pedir unos presupuestos y los que nos llegaron eran imposibles. Un arquitecto de Buenos Aires les preguntó si eran muy caros los presupuestos que había pasado y nos preguntó por la cantidad de socios.  

Desde Viedma contaron que serían entre 40 o 45. Entonces el arquitecto respondió que pensó que tenían entre mil y mil doscientos socios. Así fue que les dijo: si ustedes quieren les voy a hacer la dirección y algunas gomas y flejes que necesitan se los consigo. Nos ponemos de acuerdo con el precio y no les cobro nada la dirección de obra, pero les indico cómo hacer para que les quede bien, como usar la pintura, el concreto tiene que ser de una forma determinada, se tiene que hacer con juntas que después sirven de flejes.

“Desde acá lo único que pudieron hacer fue mandarle un obsequio y darle las gracias por todo lo que nos había hecho. Hacer una cancha en ese momento me acuerdo que salía un millón setecientos, no recuerdo de que moneda, pero sabía que nosotros no lo podíamos hacer de ninguna manera”, recuerda un miembro de la comisión.

Una de las escuelas más grandes de la Patagonia

Diez años después de inaugurar sus canchas, la institución Albiceleste llegó a tener una de las escuelas de tenis más grandes de la Patagonia con alrededor de 150 jugadores en competencia.

 

Roberto Carbajal, estuvo durante años a cardo de esta escuela y contó detalles de aquellos días de esplendor de la disciplina.

“Comienzo a vincularme con la escuela de Sol de Mayo a partir de diciembre del 89”, recordó y agregó que “Sol de Mayo, ya tenía una escuela grande que estaba a cargo de un profesor que se llama Coco Palasciano. Yo comienzo a dar clases particulares en la institución y por otro lado con una escuelita en Villa Congreso”.

“A partir del 98 me hago cargo de la escuela de Sol y se llegó a tener al redor de 150 jugadores alumnos por mes, dábamos clases desde las 14 a las 21. Empezamos a organizar el circuito de la Comarca de tenis, que tenía cuatro fechas en el año; a veces seis y se jugaba en todas las categorías. También se llevaba un ranking local, del cual salían la terna de los premios del deporte local”, contó.

Luego, fue consultado a los logros que se obtuvieron durante esos años.

“El gran exito de la escuela de Sol de mayo fue tener un gran número de jugadores todos los años, que muchísimos chicos han aprendido a jugar al tenis en el club y que todos siguen jugando a un hoy”, aseguró.

“El objetivo siempre fue generar la mayor cantidad de jugadores posible, formar buenas personas y gente que siga haciendo deporte toda su vida”, destacó.

“A los jugadores con buen tenis los acompañábamos hasta donde podíamos y algunos llegaron a un buen desempeño a nivel patagónico y nacional”, contó.

Por último, nombro a quienes han sido muy importantes en el desarrollo del tenis de Sol de Mayo.

“Dos personas que han sido fundamentales en el tenis de Sol, son Domingo Mulato y su esposa Elida que trabajan en la secretaría y como encargado histórico de las canchas, pero se destacan porque están desde que se crearon las canchas y siempre han sido absolutamente incondicionales con todos los chicos desde el año 86”, concluyó.

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