10/10/2020

Descubren por qué nos gusta tanto el olor a lluvia

El misterio queda al descubierto y también el verdadero nombre que recibe este olor

 

¿Qué recuerdos tenés con el olor a lluvia? para algunas personas es la infancia, para otras su paisaje favorito o simplemente tardes de invierno, y detrás de todo este fenómeno, hay una explicación.

 

El olor de la lluvia, que recibe el nombre de petricor, es ese aroma terroso y agradable, inconfundible que se acentúa especialmente después de una tormenta o una abundante tarde de precipitaciones. Todo lo que se desprende está causado por la liberación de químicos específicos cuando la lluvia llega al suelo. 

 

Desde la raíz

La etimología del vocablo procede del griego antiguo: πέτρα pétra ‘piedra’ e ἰχώρ icór ‘icor’, sangre de los dioses homéricos. En la mitología griega sería la esencia que corre por las venas de los dioses en lugar de sangre. En Argentina este olor a lluvia o tierra mojada se conoce también como Tarabañá, y es el distintivo aroma que acompaña a la primera lluvia tras un largo período de sequía.

 

Desde la ciencia

La bacteria que habita en el suelo llamada Streptomyces secreta una molécula llamada geosmina, informa la BBC. Cuando la lluvia golpea el suelo, las gotas de lluvia atrapan burbujas de aire que contienen geosmina. Las burbujas se mueven a través de la gota de lluvia y estallan como aerosoles, incluyendo a otras diminutas partículas dispersadas por el aire.

 

Cuando la geosmina despega del suelo y se eleva al aire, podemos olerla claramente porque el olfaro humano es extremadamente sensibles a ella. Según la revista Smithsonian, algunas personas pueden olerlo incluso cuando la concentración es tan baja como cinco partes por billón.

 

Más razones

Otro factor que contribuye al petricor es una combinación de aceites vegetales. Las investigadoras australianas Isabel Joy Bear y R. G. Thomas, que acuñaron el término petrichor en 1964, descubrieron que algunas plantas secretan aceites en tiempos de sequía. Cuando finalmente llueve, los aceites que se habían estado acumulando se liberan al aire del mismo modo que lo hace la geosmina.

 

En un trabajo posterior, Bear y Thomas (1965) demostraron que los aceites aromáticos retardan la germinación de las semillas y el crecimiento de las plantas, con el propósito de proteger a las semillas, evitando que germinen en épocas de sequía. Es por ello que tras periodos de sequía en zonas desérticas, el olor es mucho más perceptible y penetrante. Cabe destacar que el petricor no ha podido ser sintetizado debido a su compleja composición, ya que cuenta con más de cincuenta sustancias.

 

En definitiva, secreciones de relámpagos y bacterias y la infinita sabiduría de la tierra se agachan tras el secreto del olor a lluvia y su impenetrable magnetismo.

 

Foto: Pixibay

 

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