02/01/2020

100 años de Isaac Asimov

El 2 de enero de 1920 nació este escritor y bioquímico estadounidense de origen ruso. 

100 años de Isaac Asimov

 

Isaac Asimov nació hace exactamente cien años. Fue el 2 de enero de 1920 en Petróvichi, un pequeñísimo pueblo de la Rusia europea, a 400 kilómetros de Moscú y a 16 de la frontera con Bielorrusia. En ese momento, por supuesto, el mundo era otro: en 1929 Petróvichi formó parte de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, la república más grande, más poblada y económicamente desarrollada de la antigua Unión Soviética.

Antes de que eso ocurra, sus padres, Judah Asimov y Anna Rachel Berman, de origen judeo-ruso, se trasladaron a Nueva York el 11 de enero de 1923, cuando Isaac tenía tres años. Nunca aprendió el idioma natal.

Si bien la literatura apareció enseguida en su vida, decidió dedicarse a otra cosa. Se crió en Brooklyn leyendo ciencia ficción. Empezó a escribir y publicar relatos en las revistas llamadas pulps a los 19 años. A la par, estudió Bioquímica en la Universidad de Columbia donde se graduó en 1939 obteniendo un posgrado en 1941 y un doctorado en 1948.

Todos esos conocimientos los aplicó a la literatura construyendo mundos imaginarios súper verosímiles. Su obra más famosa es la Saga de la Fundación, también conocida como Trilogía o Ciclo de Trántor, que forma parte de la serie del Imperio Galáctico y que más tarde combinó con su otra gran serie sobre los robots, por ejemplo el volumen de relatos de 1950 titulado Yo, robot. En él se basó la película de 2004 dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Will Smith.

 

 

Otro caso es El hombre bicentenario de 1976 que 23 años después Chris Columbus dirigió una adaptación cinematográfica de la novela protagonizada por Robin Williams. También trabajó como asesor científico en Star Trek. “Es el programa de ciencia ficción más inteligente que se hace para televisión”, declaró en una convención.

Para Asimov el futuro no era tan lejano. Para visualizarlo se centraba en los elementos del presente que le sugerían una proyección. Y los escribía en sus ficciones. Habló de estaciones espaciales para humanos, de la creciente contaminación del medio ambiente, del problema de la superpoblación, de la necesidad de empezar a trabajar sobre una educación electrónica y de los smartphones como nuevos aparatos para comunicarse.

Pese a la inminente distopía que narraba en sus libros, era un hombre optimista,. y no por ello menos crítico. Se definía como racionalista y humanista. Era, además, un progresista partidario de los demócratas. Le interesaba puntualmente el futuro, pero hablaba desde su presente, desde el siglo XX, cuando esto que estamos viviendo era impensado; salvo para él.

Murió en circunstancias tristes: en 1983 se le practicó una cirugía cardiovascular para colocarle un triple baipás coronario y se le realizó una transfusión de sangre que resultó estar contaminada con el virus VIH. Esa enfermedad lo llevó a la muerte el 6 de abril de 1992. Su cuerpo fue incinerado. Así lo decidió el propio Asimov.

 

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