08/06/2019

EL ORO Y EL BARRO

EL ORO Y EL BARRO

EL ORO Y EL BARRO

Atendiendo a los aportes de nuestros lectores y a que no se diluya el análisis de cada tema, o quede eclipsado uno u otro semana tras semana, decidimos hacer mutar la columna. Dividirla en dos. La economía y la política. El oro y el barro.

EL ORO

LAS ENCUESTAS muestran cierta recuperación, muy magra, del gobierno nacional y de las expectativas futuras hacia la economía. Esto habla de que la estabilidad del tipo de cambio gravita y mucho en la manera en que los argentinos ponderan su situación. Además, todavía tiene el gobierno margen para mantener planchado al dólar sin caer en el atraso. Tan patente en años donde se desarrollan procesos electorales. El bien llamado populismo cambiario

La combinación de los volúmenes de cosecha con la recuperación de precios del agro han ayudado a que con la sola amenaza de intervención del Central se haya podido sostener el tipo de cambio aún con la incertidumbre electoral. Esta relativa estabilidad debiera redundar también en cierta mejora en el poder adquisitivo. Con todo, la economía no será la salvadora de la elección oficialista. La apelación a la retórica de la vuelta al pasado va a ser más patente que nunca, al tiempo que nos encontramos en un proceso de corrección todavía de problemas heredados. Según el gobierno. El tema es que la praxis nos ha llevado a que las correcciones no muestren un correlato palpable en el electorado cuando ya arrecian las primarias de la reelección de Macri.

La reconstrucción de capital político por parte del oficialismo se antoja como parte fundamental del plan económico, a sabiendas de que una eventual derrota echaría por tierra las posibilidades de supervivencia del plan económico. Por lo menos a priori. De aquí viene la imbricación del éxito electoral del gobierno con el éxito del plan. La gran apuesta es el segundo. El nivel de incertidumbre es tal, que del único que se sabe más o menos qué va a hacer después de diciembre es de Macri. La irresponsabilidad de nuestra clase política es inaudita. El nivel de reformas que requiere con urgencia la Argentina, hace que no tener un mínimo nivel de acuerdos sea absurdo.

La estrategia del gobierno se apuntala fuertemente en generar la ilusión de que es el único garante de un futuro más o menos sensato. Que las políticas de estabilización eventualmente darán frutos. La polarización con el kirchnerismo será cada vez más extrema, al momento que el triunfo que descuentan en Agosto de Alberto Fernandez tendrá fuertes efectos en la economía. Palpables. Quien sabe, tal vez el gobierno tenga allí el testimonio más preciado a la hora de defender su caso. El fantasma de un futuro aún más negro que el pasado es el arma a la que eventualmente Macri echará mano. Estamos mal, pero con ellos estaríamos peor.

EL BARRO

LA BOLETA CORTA es la única forma que tendría el oficialismo rionegrino de participar en las elecciones nacionales, en búsqueda de diputados y senadores propios. El gobernador Weretilnek ya adelantó que no piensan poner en riesgo el éxito alcanzado configurando alianzas con actores nacionales. Habiendo posicionado a Juntos como un partido esencialmente provincial, alejado de polarizaciones nacionales y grietas. Están en la misma encerrona que muchos gobernadores de la Argentina. Cómo hacer para ganar representación en el congreso nacional y no perder caudal electoral, pero sin tener que elegir un bando. Sin tener que resignar el blindaje provincial. Testimonio de lo importante que es esto para ellos, es que nadie va a elecciones en Octubre.

Es que la implosión del peronismo federal tiene a los oficialismos provinciales como principales víctimas, al tiempo que se antoja tenía una funcionalidad más federal que peronista. La posibilidad de tener un candidato a presidente que les permitiera no tener que definirse por un lado de la grieta. En todos los escenarios que se barajan hoy, los oficialismos provinciales en su mayoría tendrán que participar con boleta corta o definirse por el gobierno nacional o la fórmula de los Fernandez. En Rio Negro también sucede esto. Y de ninguna manera, según el gobernador, formará parte Juntos de ningún armado nacional. Ergo, de participar lo harán con boleta corta.

Los riesgos son mayúsculos. El mismo Weretilnek descuenta un escenario por lo menos complejo. La desaparición de una tercera alternativa, entre muchas otras variables, está terminando de extremar la polarización. Qué lugar le cabe a una fuerza provincial sin candidato a presidente, en un virtual ballotage en Agosto donde las posiciones cada vez se tornen más extremas.

Podrán instalar la opción rionegrina como una dosis de sensatez frente al absurdo de un país pendulando entre los extremos? Jugará su ficha más valiosa, el gobernador, en este proyecto? Es atractivo pensar que la única opción anti-grieta juntaría a todos los votantes macristas y kirchneristas que quieren votar a sus líderes, o no quieren votar a los otros, pero desean protestar. Sería absurdo pensar que en una elección con solo dos candidatos competitivos, quedará conforme el electorado todo. Pero hay que pensar que los niveles de corte de boleta son en general bajos. Si bien cuando tenemos elecciones separadas los resultados varían y en diferentes elecciones el electorado vota diferentes cosas, no tenemos todavía una gran tradición de corte de boleta cuando las mismas confluyen en el mismo día.

El derrotero hacia Agosto determinará si realmente conviene o no al gobierno realizar semejante apuesta. El partido de gobierno está cómodo con su pasada victoria y con su futuro, con partidos opositores con fuertísimas crisis, o con liderazgos reaccionarios que no contruyen mayoría. Esta comodidad lo llevará a cuidar al máximo su capital político o a ser osado. Las cosas han cambiado y mucho a favor del gobierno provincial desde las legislativas de 2017. Pero la praxis del electorado a la hora de votar le juega en contra.

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