25/05/2019

La Educación Sexual Integral necesita estar en todas las aulas

El primer paso para conocer de qué se trata es informarse. Claro que para ello hay que dejar de lado los vetustos prejuicios.

La Educación Sexual Integral necesita estar en todas las aulas

Por Fernando Manrique

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Desde hace unos años hasta acá se ha hablado mucho del falso concepto de “Ideología de Género”, que se le atribuye a temores de los padres respecto a qué se le va a educar a sus hijos.

La palabra “sexual” ya cae mal en una gran parte del colectivo, criado desde siempre bajo preceptos de la Iglesia y normas patriarcales. Pero es menester ir más allá de palabras vacías e informarse sobre cada noción en su debido contexto.

Días atrás se dictó en Viedma una doble jornada sobre Diversidad Sexual e Inclusión Educativa. Entre los debates que se pusieron sobre la mesa estaban los conceptos sobre Sexualidad Integral, Estrategias Pedagógicas para trabajar Diversidad Sexual en instituciones escolares, los marcos legales de la ley de Educación Sexual Integral (ESI), violencia de género, bullying y protocolos de prevención sobre abuso sexual infantil.

La tan cuestionada ESI va más allá de lo genital y lejos de imponer una orientación sexual, que es el primer gran mito sostenido por quienes no la aceptan, trata de que sean respetadas todas las elecciones.

Así como se respeta que uno sea de la religión católica apostólica romana como lo demanda la Constitución, del judaísmo, budismo o lo que fuere, el desafío actual es que se tolere la homosexualidad, bisexualidad u otros gustos tal como pasa con la heterosexualidad.

La famosa ESI se sancionó en 2006 y en su artículo primero sintetiza: “Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.

Hay que desatar prejuicios

Hablamos con Francisco Sevilla, licenciado en Psicopedagogía, especialista en Educación, Género y Sexualidad por la Universidad del Comahue y magíster en Educación Sexual y Reproductiva por la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba, sobre los tabúes actuales.

Al respecto, marcó: “Cuando alguien pregunta ¿qué le van a enseñar a mis hijos? los contenidos están claros. A los niños, a los adolescentes y a los jóvenes se les va a enseñar los contenidos establecidos según la edad pero bajo ningún punto de vista vamos a hablar por ejemplo de orientación sexual en una sala de 4, 5 o 6 o de los primeros años de la escolaridad cuando la orientación sexual no tiene nada que ver con la identidad de género. Es algo que va a aparecer en la adolescencia, es algo que tiene que ver con la atracción hacia un mismo sexo, hacia otro distinto o hacia ambos sexos en torno a las relaciones sexuales. Pero eso no se habla en la primera infancia, sí vamos a hablar de identidad de género cuando un niño o niña se autoperciba con un género distinto al que figura y diga ‘Yo soy un niño trans’ aunque sus órganos biológicos se correspondan con un sexo asignado al nacer”.

De esa manera instó a “desestructurar mitos, prejuicios, tabúes, que a veces están cubiertas por alguna cuestión dogmática en tanto religiosa, porque de hecho un aspecto de la religión es la espiritualidad pero todos tenemos espiritualidad, los que no somos creyentes en una religión tenemos un concepto filosófico de la vida”.

El experto en la materia agregó que con la ESI “se respeta a los sujetos de derechos, los padres, las madres o los adultos referentes no somos dueños de nuestros hijos en términos de derechos. Somos orientadores, acompañamos, sostenemos, escuchamos pero no definimos lo que él, ella, el otro o la otra piensa por lo que nosotros queremos que sea, no deben existir las imposiciones”.

Cambio cultural con la educación

Liam Boggan, docente y activista trans que trabaja en el área de Diversidad del Consejo Provincial de la Mujer dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de Río Negro, habló en nuestros micrófonos sobre este tema y consideró: “Nosotros no somos un tema en la curricula, no estamos como el ciclo del agua, el aparato digestivo, nosotros somos personas invisibilizadas y somos un colectivo sumamente postergado porque la expectativa de vida de las personas trans es de 35 a 42 años y no es porque se suiciden o mueran de tristeza, es porque no tenemos posibilidades concretas de acceso”.

La funcionaria provincial que antes que nada se reconoce como trans dijo: “No tenemos acceso primero a la identidad que gracias a la ley fue todo un evento, pero a partir de no tener tu DNI hay que generar todo un contexto de credibilidad porque tenés tu DNI pero cuando vas a laburar te dicen ‘Vos tenés cara de Roberto, no de Marcela’. Entonces todo ese cambio cultural comienza con la educación”.

Pidió en ese aspecto que se conozca de pe a pa lo que és la ESI: “Realmente cuando las personas se informan modifican en 360 grados su conducta, pero claro no es solo información sino también una sensibilización. Hay que desarrollar políticas públicas para que finalmente estemos en una cuestión inclusiva, porque se dice que tenemos consultorios médicos pero ¿por qué tenemos consultorios separados? o ¿por qué hay tantos rollos con la ley de identidad? El concepto de género es muy nuevo por eso no se dice que hay varones con pene y varones con vulva y mujeres con vulva y mujeres con pene”.

Para Boggan los más chiquitos replican lo que dicen los adultos. Por ello “hay protocolos y hay que hacer algo porque toda la sociedad va creciendo en la violencia y estamos todos inmersos en eso. En las escuelas los pibes repiten lo que ven y lo que escuchan, entonces la educación es una de las posibilidades de transformar siempre y cuando esté apoyada con políticas públicas”.

Algo natural

Fabiana Quintana, profesional de la Educación y Licenciada en Psicopedagogía, transitó el proceso de elección de su pequeño hijo de siete años que nació niña pero se autopercibió como un varón.

Con la ley en la mano, bregó por el cumplimiento de los derechos de su hijo.

“Tenía unos tres años y empezó a manifestar algunas cuestiones. No quería el rosa, las mariposas o los corazones, cambió sus juguetes y lo respeté como algo natural. Me di cuenta que todo respondía a que era nena, pero tenía una elección por lo que socialmente está dispuesto para un varón”.

“Pese a mi formación, la temática me seguía siendo distante y desconocida, lo que me llevó a capacitarme para trabajar con mi hijo”, amplió.

En esa órbita, señaló: “Fuimos haciendo cambios en el jardín, ahora está en segundo grado. Cambió su guardapolvo y, sobre todo sus compañeros lo entendieron, lo respetaron. Para ellos era natural y normal que él usara un delantal de otro tono, el que usaba para jugar al fútbol. Con el Egreso del jardín eligió una campera de color celeste y nadie objetó su decisión. Hacía fin de año logramos que él pudiera formarse con los varones”.

Sin dudas, los libros de Matemáticas o Lengua no vienen con prejuicios de antemano y son tan importantes para la formación de un niño como lo es la valoración de las personas independientemente de su apariencia, identidad y orientación sexual. Incluso éste último punto nutre la calidad humana de una persona más que saber cuánto es 2 + 2 o cuáles son las palabras esdrújulas.

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