26/05/2019

Una certeza entre mil incógnitas

Una certeza entre mil incógnitas

Sería una obviedad decir que las novedades esta semana vienen del lado de la política. La movida de la ex presidenta, autoexcluyéndose de la candidatura presidencial, puso en clima electoral a todo el arco político. Aunque con diferentes expectativas electorales, hoy estamos ciertamente frente a un juego de tres jugadores principales. El oficialismo, el kirchnerismo y la autodenominada ancha avenida del medio.

Por el oficialismo, Cambiemos, sigue adelante el único plan hasta ahora exteriorizado: la reelección de Macri. Sin adversarios internos en su partido con el suficiente poder como para forzar ningún tipo de modificación, un escenario de catástrofe económico sería lo único que llevaría al presidente a repensar su candidatura. La instalación del supuesto “Plan V” parece más fuego de artificio, por ahora.

La economía es la clave, más en caso de que la estrategia que suponemos en la decisión de Cristina surta efecto y logre sacar del foco a la ex presidenta y despolarice. Si el gobierno se queda sin un competidor de la estelaridad de Cristina, quedará solo frente a la realidad. Siempre se puede elegir como contrincante al pasado, pero es necesario contar con la capacidad de generar expectativas. Contar con futuro. Si desde el kirchnerismo logran instalarlo a Alberto como la reedición de Néstor, no estarán compitiendo además con un pasado que los argentinos recuerden como tan malo.

Como principal oposición hoy, el kirchnerismo. La fórmula Fernández-Fernández, ungida por la ex presidenta, colma las expectativas de la mayoría del sector. Los proyectos con piso y techo no terminan gobernando. Con un tercio no alcanza. Si fuera así, ni Cristina, ni Macri tendrían ningún problema. Hay que perforar el techo. En ambos casos, el mismo está dado por la altísima imagen negativa de sus líderes. Alcanzará la renuncia de Cristina para morigerar esta imagen? Habrá que esperar para ver.

Ligado a eso, uno de los problemas que tiene de cara a Octubre es que no ha sumado los votos que ha perdido Macri. El caudal electoral del oficialismo pareciera migrar entre la indecisión y Macri, al ritmo de la economía. Si bien lograr robarle votantes al gobierno se nos antoja casi imposible, poner un candidato moderado y que evoca a Néstor podría hacer migrar algún  voto desde lo denominado PJ moderado. Al final, habrá que sopesar si fue mayor lo que sumó Fernández o si Cristina autodestruyó su campaña quitándole la centralidad y la potencia  que le garantiza ella.

¿Podrá encontrar en Alberto Fernández finalmente a alguien que pueda revivir la épica del primer mandato de Kirchner? ¿O será terminará siendo una mala decisión la de Cristina, que endurezca su techo y ablande su piso? El reduccionismo en el que se incurre al hablar de una jugada ganadora o perdedora es rayano a lo absurdo. La multiplicidad de variables que confluyen en las elecciones argentinas que se acercan es gigantesca.

Para completar el panorama: La alternativa federal y su lucha por no desdibujarse. Contrariamente a los partidos hoy más competitivos, en el sector sobran los candidatos a primer mandatario y no hay mecanismo disciplinador. Tanto los cambiemitas como los kirchneristas cuentan con un liderazgo verticalista ligado a la detentación del poder. A nadie se le ocurre llegar hasta el final en algún reclamo hacia la candidatura de Macri, o a la de Fernández. En el caso de los moderados surgidos de la grieta, tenemos un juego de pares. Si bien hay ciertas asimetrías en el poder de cada uno, todos ostentan hoy grandes lugares.

Por ahora, está todo partido en dos. Por un lado el gobernador Schiaretti y  el senador Pichetto queriendo contener a Lavagna por un lado y a Massa por el otro. En los extremos, un Massa que habla de un gran acuerdo nacional de cara a la PASO que incluya a los Fernández. Por el otro, el ex ministro Lavagna planteando un gran acuerdo como opción superadora de la grieta. Huelga decir, sin kirchnerismo ni macrismo. Lo de Massa es hoy imposible. Lo de Lavagna, poco efectivo hoy por hoy. Habrá que ver si los demás integrantes de este grupo podrán contenerlos dentro del espacio, evitando que se termine diluyendo y perdiendo quilates en el plano electoral.

Cada día que pasa con su dirigencia enfrascada en esta novela desdibuja la propuesta de cara a agosto. Hasta hoy, es una incógnita de qué manera participará en las elecciones presidenciales este colectivo de dirigentes que va desde el gobernador socialista de Santa Fe: Miguel Lifchitz, hasta el histórico jefe de la bancada justicialista en el Senado: Miguel Ángel Pichetto. ¿Será Lavagna? ¿Será Massa? ¿Se romperá el acuerdo y se atomizará la tercera vía? ¿Cómo impactará este derrotero en la base electoral de los dos candidatos que hoy llevan la delantera?

Ahora, dicho todo esto. Cómo influirá todo esto en la economía. Lo único que por ahora es certeza, es que Cristina no va a ser presidente. En el contexto actual, ayuda. No por Cristina, sino porque aporta certeza. Aun si termina dándole mayor competitividad al partido al que el mercado detesta. En el corto plazo, suma datos ciertos en un escenario donde no abundan. Todavía nadie se ha sentado a analizar si Alberto Fernández tiene los ojos más claros, es más lindo, o tal y cual cosa. Los argentinos tenemos la eterna costumbre de pensar que en algún lugar del mundo alguien esta observándonos, estudiándonos. No es así.

Esto por el lado de los anuncios de la oposición. Anterior a estos, los datos inquietantes de la economía vienen del lado de la dolarización de las carteras. Alcanzo en Marzo un máximo desde la corrida de 2018. Todo pareciera indicar que la volatilidad cambiaria no ayudó a nadie. La espiral negativa en la que se encontraba el gobierno y en la que se había sumergido a la Argentina toda golpeó en todos los frentes. Cuanto más capital político pierda el oficialismo, más complicado. Si se quebró por la nueva capacidad de intervención del central en el dólar, habrá que ver.

Dicho todo esto acerca de alguna eventual influencia de la política, la verdad es que los mercados rara vez son grandes oráculos y tienen serias dificultades analizando los sucesos. Nadie lo vio venir a Trump, ni a Jair Bolsonaro, ni el resultado de la consulta del brexit, y la lista sigue. Si podemos usarlos como una encuesta express, nada más lejos.

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