24/03/2019

¿Pesa el fallo o pese al fallo?

Por Emilio De Rege.

¿Pesa el fallo o pese al fallo?
Créditos: WEB
Créditos: WEB

 

En política uno hace lo que puede, con lo que tiene. Con los tiempos que le tocan. Cuando aspira a ser gobierno y cuando quiere continuar siéndolo. El oficialismo rionegrino empezaba el 2019 con un panorama que no era malo, pero era complejo. La economía nacional por lo menos en crisis y la incertidumbre política como regla. Frente a esto, se optó por el viejo dicho del que pega primero pega dos veces.


Primero, el oficialismo apuntó a la provincialización total de la elección. A tal fin, vital la premura. Cada día que pasa nos bombardean con más Cristina, más Lavagna y más Macri. En segundo término, la estrategia de la premura no daba tiempo para la instalación de un candidato, la conformación de las listas y alianzas, los heridos que hay que contener. El único candidato que parecía sobrevolar todos estos problemas era el gobernador.


Armó las listas, definió las estrategias y llevo adelante la campaña casi hasta el final. Por dar un ejemplo; Un candidato a gobernador que tuviere expectativas de triunfo más magras, por caso, seguramente no podría haber continuado con la campaña como si tal cosa a pesar de la judicialización de la elección.
Por otro lado, la estrategia en general de los oficialismos es la del gobierno como candidato. Aquí la campaña la realizaría el mejor exponente del gobierno. Weretilneck. Confiados en que el electorado, aún ante un fallo adverso, seguiría siendo fiel a quien se intenta posicionar como candidato. El gobierno. Esto puede fallar. Por mil razones. Hasta ahora no parece haber sucedido.


Se antoja que la migración de votantes desde Juntos hacia su competidor natural sería difícil. Más que nada por lo antagónico de las dos figuras y de sus discursos. En términos electorales, habrá que sopesar las pérdidas que surgen de la falta de la figura del gobernador, con un eventual reverdecer de un voto útil anti-kirchnerista que perjudicaría al partido más rezagado de los primeros tres en beneficio del oficialismo rionegrino. Si alguien se detuvo en las declaraciones del Diputado Sergio Wisky, a buen entendedor pocas palabras.


Finalmente, habría que pensar si la alianza opositora comandada por Soria tendría tanto revuelo interno de haber arrancado el oficialismo en Febrero a instalar a alguien de cero. El poder de daño en la cohesión opositora, de por si con grandes peleas internas, que genera un candidato muy competitivo oficialista es siempre mayúsculo. Tal como hablábamos en anteriores ediciones, seguramente veríamos un peronismo, o un Cambiemos más encolumnado si sus respectivos candidatos tuvieran mayores posibilidades.


Todos hablan de un oficialismo bien posicionado de cara a las elecciones de Abril. Hay que preguntarse si Weretilneck podría haber llegado a este estado de las cosas de no haber sido el mismo el candidato. Hay que pensar. Aun a sabiendas de que este era una muy posible resultado, no hubiera sido mejor para el oficialismo una estrategia diferente. Es acaso que, como señalábamos la semana pasada, eligió utilizar su recurso más preciado hasta último momento. Apostando que haya un traslado inercial de lo hecho políticamente a un eventual sucesor.


La respuesta de Juntos al fallo de la Corte Suprema ha estado en consonancia con toda su estrategia. El gobernador salió a hacer su descargo en un video, ni bien se dieron a conocer las novedades. Intentando no perder un ápice de iniciativa, gran capital del oficialismo en esta elección. El discurso federalista se antoja conveniente. Los rionegrinos tenemos una historia de grandes desencuentros con el poder central. Por dar un ejemplo, aquel punto de la coparticipación que nos robaron a finales de los ochenta, principios de los noventa y nunca volvió.


Entrada la noche se dieron a conocer los reemplazantes de la fórmula actual. La candidata a gobernadora será finalmente Arabela Carreras. La actual ministra de turismo ha cobrado mucho mayor protagonismo provincial en el último tiempo, pero tiene una dilatada carrera política en lugares más discretos, pero de alto impacto. La semana que viene hablaremos de eso. Completa la fórmula el roquense Alejandro Palmieri. Más allá de la solvencia técnica del otrora ministro de economía de la provincia, está orientada su candidatura claramente a erosionar a Soria en Roca. Weretilneck decidió dejar a personas íntimamente relacionadas con la gestión. Con su gobierno.


En el plano nacional, sigue nuestro derrotero. Esperemos que hacia la estabilidad. El viernes pasado, el dólar pegó un salto con el que terminó la semana 4,63% arriba. No programado. Que el viernes último fue un fenómeno internacional, seguro. A Brasil o a Turquía les fue peor que a nosotros. Ahora, el BCRA igualmente volvió a subir la tasa. Esto responde a que la Argentina y los argentinos tienen una relación especial con su tipo de cambio y con el dólar. Cada salto en el tipo de cambio prende todas las alarmas.


Lo cierto es que la Argentina tiene una volatilidad en su tipo de cambio que no ayuda y parece ser el punto flojo de este plan de estabilización. Si pensamos que en Octubre del año pasado teníamos un dólar de más de $41 al momento del lanzamiento del nuevo programa del BCRA, podríamos decir que no subió tanto. Menos del 3% en seis meses. Que está cercano al límite inferior de la zona de no intervención. Lo que se discute no es tanto el precio del dólar, sino la volatilidad del mismo.


Estos saltos en el dólar no ayudan a que la gente se quede en pesos. Si uno ve la foto de hoy. Para alcanzar el rendimiento de esta semana del dólar, tendríamos que tener un plazo fijo al 40% anual más de 40 días. A pesar de una sostenida en la tasa que pagan las LELIQ, los plazos fijos siguen todavía rezagados. La diferencia hoy es de más de veinte puntos. No se traslada el aumento de tasas en la magnitud que debiera para asegurar su efectividad.


Para asegurar que haga lo suficientemente atractivo para quien tiene pesos, dejar su dinero en el plazo fijo y no desarmarlo para comprar dólares. Los porqués de este descalce los analizaremos la semana que viene. Tienen que ver con una diversidad de factores, desde los encajes hasta la reticencia de los bancos a tomar mayores posiciones en estas herramientas.


Además, los efectos negativos de la tasa como única herramienta de intervención con respecto al dólar son mayores a los que podría tener alguna otra. Es tratar de matar un mosquito con un revolver, dejando un agujero en la pared. Pero bueno, la realidad y la historia argentinas ameritan.


Tanto una herramienta financiera que pudiera comprarse directamente (unas nuevas LEBAC, pero con mesura), hasta la intervención directa en el mercado (que salgan a vender dólares en momentos de tensión cambiaria) parecen salidas más eficaces y con menos efectos colaterales que la sola utilización de las leliq. La falta de prudencia en la utilización de las mismas a lo largo de nuestra historia ha llevado a que, por ahora, las tengamos vedadas. Tal vez más adelante se habiliten.


No hay razones para pensar que pasado Marzo sigamos teniendo semejante incertidumbre hacia el tipo de cambio. La llegada de los dólares del tesoro y de la cosecha gruesa debieran calmar los ánimos. Pero como siempre, mejor no hacer pronósticos.


La semana pasada, sobre el final, hablábamos de la importancia de un anuncio en particular que realizó el presidente del Banco Central. El de limitar por ley, o directamente prohibir, la asistencia financiera de dicha entidad al Tesoro Nacional. Esta vieja fábula argentina de la que no parecemos aprender nunca la moraleja.


La asistencia del banco central al tesoro sucedes de dos maneras. O emite plata para comprarle dólares que el primero consiguió a través del endeudamiento externo, o emite plata y se la da a a cambio de un pagadiós. Sin respaldo. Esto ha sucedido de las dos maneras. De la primera preponderantemente los dos primeros años de este gobierno y de la segunda durante el gobierno de Cristina Kirchner.


La asistencia había comenzado en 2009 con una suma que hoy parece magra. Alrededor de $800 millones. La misma llegó a ser en su punto máximo de más de $400.000 millones. Cabe señalar que a partir de 2016 disminuyeron mucho los pagadiós y aumento la compra de dólares al gobierno por parte del central, para terminar con un 2018 sin asistencia del mismo prácticamente. La asistencia del Banco Central con pesos sin contraprestación para que cubra el rojo fiscal lleva a que vaya creciendo la base monetaria a un mayor ritmo de lo que crece la actividad económica con la consecuente pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Es decir, inflación.


Un proyecto que limite esto en ambos sentidos, tanto como que el BCRA emita pesos lisa y llanamente sin respaldo, como que los emita para comprarle dólares del endeudamiento al gobierno, sería una señal de que la argentina no volvería a viejas prácticas que han tenido como consecuencia el actual estado de las cosas.

Te puede interesar
Ultimas noticias