16/12/2019

Suicidio: de tabú social a problema de salud pública

Para la OMS se trata de un problema de salud pública y hay que tratarlo como tal. 

Suicidio: de tabú social a problema de salud pública

 

En Argentina los suicidios constituyen la segunda causa de muerte en la franja de 10 a 19 años. En el grupo de 15 a 19 años, la mortalidad es más elevada, alcanzando una tasa de 12,7 suicidios cada 100.000 habitantes, siendo la tasa en los varones 18,2 y en las mujeres 5,9.

Desde principios de la década de 1990 hasta la actualidad la mortalidad por suicidio en adolescentes se triplicó considerando el conjunto del país.

Así lo expresa el último informe de Unicef, en el que se indica que la tasa de suicidios adolescentes se triplicó en Argentina en las últimas tres décadas y es la segunda causa de muerte en esa franja etárea después de los accidentes de tránsito. 


La organización indicó que los suicidios son más frecuentes en varones, en personas con menor nivel educativo y entre los habitantes de municipios chicos. No hay un motivo único para este dramático panorama, sino que se trata de un diverso abanico de situaciones a las que se debe responder con la aplicación de políticas públicas y un abordaje serio en el tema.

“Demasiados niños y jóvenes, tanto pobres como ricos, en todos los rincones del mundo, están experimentando enfermedades mentales. Esta crisis inminente no entiende de fronteras ni de límites. La mitad de los trastornos mentales empieza antes de los 14 años, así que necesitamos estrategias urgentes e innovadoras para prevenirlos, detectarlos y en caso necesario tratarlos, a una edad temprana”, aseguraba Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef, que en la conferencia de inauguración en Florencia adelantó que el estado mundial de la infancia 2020 se dedicará exclusivamente a la salud mental de los más jóvenes. La depresión afecta a 264 millones de personas en todo el mundo y más del 20% de los adolescentes sufre trastornos mentales, según la OMS.

“Muy pocos niños tienen acceso a programas que les enseñen a gestionar emociones difíciles”, afirma el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “Muy pocos con enfermedades mentales tienen acceso a los servicios que necesitan. Esto debe cambiar”. Las tasas de profesionales de la salud mental oscilan entre menos de 2 por cada 100.000 habitantes en países de ingresos bajos y más de 70 por cada 100.000 habitantes en países de ingresos altos. Además, menos de la mitad de los 139 países que disponen de políticas y planes de salud mental se ajustan a las convenciones de derechos humanos.

 

El plan de acción de la OMS desde 2013 hasta 2020 establece el objetivo de reducir la tasa de suicidios en un 10%, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que establece la meta de reducirla en un tercio hasta 2030. El estigma y el tabú siguen existiendo alrededor de este tema en concreto, y de la salud mental, en general, y este es uno de los principales problemas a la hora de tratar depresiones o alteraciones mentales.

“El trabajo de sensibilización hay que llevarlo más allá y apostar por una mayor educación”, explica Patton.

Más educación y mayor conocimiento de la población es por lo que apostó Victor Ugo en Nigeria, un país de 196 millones de habitantes, pero con solo 150 psicólogos. Este médico doctorado en Salud Mental por la Kings College London, de 29 años, creó en 2016 la iniciativa MANI, que aconseja, asesora y escucha a personas con trastornos mentales y depresión en Nigeria a través de Whatsapp, un teléfono que funciona las 24 horas del día desde 2017 y una red amplia de voluntarios.

Ugo era un estudiante de medicina cuando le diagnosticaron una depresión y su plataforma fue una respuesta a la falta de apoyo a la salud mental en su país.

 

 

 

 

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