16/11/2019

“La búsqueda del artista tiene que ser hacia adentro”

Nito Ibañez, cantautor viedmense nos comparte su visión sobre la música  

En la Comarca ¿ quien no vio clases de música con Nito? es un referente muy arraigado al lugar, que participa en muchos roles, redescubriendo continuamente la vida con ojos de niño sin dejar de ser adulto, como lo indica en su tema “raro” con el que abrió su más reciente presentación en Viedma. 

 

A los 9 años se inició en el mundo de las artes y  asegura que la música lo eligió a él. En su infancia soñaba con ser futbolista y tocar la guitarra. En 2016 celebró en el Centro Municipal de la Cultura sus 45 años de vida artística con lleno total y hace poco ese mismo recinto lo recibió de vuelta en un espectáculo inclusivo que contempló un montaje adaptado para personas sordas. Nito Ibañez es un viedmense que siempre está creando, además de ser cantautor también hizo teatro, escribió poesía y  cuentos. Musicalmente se define “ agenérico” y en Musas nos compartió parte de su historia y qué lo inspira en sus temporadas en El Cóndor. 


 

Afinando recuerdos

Comenzó tocando la guitarra de oído, aprendió algunas notas con un primo, otras con su papá y también de la televisión. En su formación, nos cuenta que los primeros maestros fueron sus compañeros de música, después fue a la universidad donde se recibió de Ingeniero. Después de los 25 años comenzó a estudiar formalmente música, en sus primeras nupcias pasó por Buenos Aires, trabajó, tocó y volvió a Viedma  “estuve un tiempo trabajando en radio también porque sabía de música y todos mis trabajos se daban porque sabía de música.”


 

¿Cómo ves tu recorrido desde los 9 años hasta la fecha?

Empecé y jugando, de niño siempre contaba que quería ser futbolista y tocar la guitarra. Era todo lo que deseaba en la vida. Terminé estudiando ingeniería, no obstante la música fue el único constante mi vida. No me duraron carreras, no me duran los matrimonios, pero sí me duró el amor por la música. Me recibí de profesor de guitarra sin haber tomado jamás una clase de guitarra, todas las materias las rendía libre y lo que más rescato de todos mis estudios, es que me formé con maestro muy groso argentino que se llama a Walter Malosetti, fue quien más me enseñó de música. Todo eso que aprendí después se lo fui llevando al folclore, al tango,  a todo.


 

¿Con qué género musical te sentís más cómodo?

Vos  sabés que me gusta ser “agenérico”, no sé si se dice así pero bueno vamos a inventar esa palabra. De chico tocaba rock and roll, después toque folklore, de niño escuchaba mucho tango, amo mucho Gardel y a Yupanqui y amo a Vivaldi. Por un tiempo toqué música clásica, entonces hoy no quiero tener ninguno de esos géneros. Cuando escuchás mis canciones aparece un cacho de tango, un poquito de una zamba, aparecen cosas rioplatenses, una balada con una onda jazzística,  quiero hacer canciones del lugar de donde la canción surja. 

 

¿Qué identidad crees que tiene la música que se hace en La Comarca?

Está en búsqueda. Lo que voy a decir me parece que no es políticamente correcto pero necesito decirlo: la búsqueda del artista no tiene que ser hacia afuera, tiene que ser hacia dentro. La música tiene que ser salir de adentro del corazón y de la mente del artista y no pensar qué tengo que hacer para vender mejor, si no nos involucramos emocionalmente con lo más profundo, la búsqueda como que queda inconclusa. De todos modos yo bendigo todo tipo de búsqueda, porque naturalmente buscando y buscando vamos a ir desechando lo que no sirve, y naturalmente vamos a empezar a encontrar cosas que sí nos sirven.  Yo no sé si hay una identidad musical en la Comarca, sí sé que hay una búsqueda y que la búsqueda es natural. El artista buscador por la naturaleza


 

El Cóndor ¿influyó en las nuevas canciones?

El entorno influye y es un lugar de encuentro con uno mismo porque la gente es a veces una distracción, es muy difícil plantearlo en un medio gráfico pero si uno escucha música de la Quebrada de Humahuaca va a escuchar cómo la gente canta y quiebra su grito, con la música árabe vas a escuchar las ondulaciones de los médanos, con la música del Paraná vas a sentir el olor al río, el paisaje. No hay forma que no se meta en el paisaje, porque para conocer el paisaje la única forma es ser parte de él. En esa adaptación de uno con el paisaje hay aprendizaje y al haber aprendizaje hay movilización.  Al haber movilización, hay un código que va a ser el mensaje para expresar esas turbulencias internas que se generan a veces. Para acomodar a veces, para desacomodar en el adentro y así se expresa hacia afuera. 

 

¿Qué aprendizaje sentís que te deja la música?

Aprendo todo el tiempo de la música. Yo nunca elegí trabajar de músico, ni ser músico, ni ser docente de música. La música me eligió a mí y me permite manifestar cosas que las palabras no pueden, me permite aprender sobre mí mismo, aprender sobre mi ego. Yo no busco admiración, yo necesito transmitir mi emoción y cuando el aplauso viene cargado de emoción uno se da cuenta y es maravilloso. Cuando uno aborda profundamente la música naturalmente empieza a conocerse mucho, así mismo con cualquier arte, así es en el teatro, en la pintura. Al conocerse mucho a sí mismo tenés la posibilidad de elegir caminos internos, de forma consciente  y eso es maravilloso. 

 

 

Fotos: Daniel Idiarte

Agradecimiento: Gustavo Ferraiulo

 

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