12/08/2018

Marchas y procesiones

Análisis político de la semana.

Marchas y procesiones
“No se pueden desmerecer los votos, pero sí los fundamentos”.
“No se pueden desmerecer los votos, pero sí los fundamentos”.

 

Esta semana han sido las marchas y procesiones las que han marcado la política. Las marchas, poniendo sobre el tapete un tema acerca del que en la Argentina casi no se hablaba; el derecho de la mujer a interrumpir legalmente su embarazo y la procesión por Comodoro Py, de los protagonistas del microclima de la coima, desde el encumbrado empresario hasta el último esbirro.


Estos sucesos pueden agotarse en lo anecdótico, o pueden servirle a la Argentina toda para prestar atención. Para interpelarse. Para observar a parte de su clase política que está ahí. Desnuda.


Para que en 2019 recuerden, cuando algunos hagan un florido discurso de campaña, cómo votaban en el Senado basándose en lo que le contó una tía. O como otros, que hablarán de pobreza y de exclusión, hoy se arrastran por los tribunales de Comodoro Py, amuchándose para confesar haber recibido un bolso con dinero.


Con respecto a las marchas, y más allá de que en el tema encontramos un colectivo muy movilizado y con una innegable proyección en el tiempo como modificador de la realidad, vale la pena sacar en limpio todo lo que hemos visto del Senado. La votación de esta ley desnudo hasta lo más profundo del sistema de creencias de parte de nuestra clase política. No se pueden desmerecer los votos, pero si los fundamentos. Y alguien que vota porque no ha leído el proyecto, o por alguna cuestión confesional, vote a favor o vote en contra, no merece más que la reprimenda y el rechazo.


El Senado todo ha demostrado ser con esta ley lo que se sospechaba que era. Un reducto de lo más conservador y recoleto, para decirlo de manera elegante, de las provincias. Esto no se nota solamente en el voto, sino en el contenido de los discursos. Desde De Angeli, con su intervención acerca de la planta, hasta Urtubey con sus ‘tipos de violación‘, el debate ha sido por lo menos variopinto.


El papel de muchos partidos políticos, y de uno en particular, ha sido lastimero. Quedando reducido a un conjunto de opiniones provincianas y hasta risibles por lo ocurrentes, lejos de las viejas glorias. Cuando pensaban los rumbos de la conquista de los derechos y el bienestar general. Cuando pensaban la reforma universitaria o la ley de divorcio.


Más allá de lo malo o bueno acerca de la aprobación de la ley, ha quedado al descubierto la escasa factura técnica de nuestros parlamentarios. Con votos cuando mejor sectoriales, pero cada uno viciado de pareceres basados en creencias y medias verdades, cabe preguntarse cuál es la calidad de nuestro Senado como cuerpo legislativo. Ellos votan el presupuesto, ellos la reforma del Código Penal, ellos el pliego del presidente del BCRA. Asusta.


Más allá de todo eso, y sin ley, el Senado ha fracasado en dar respuesta legal a una situación que existe y que se impone. Había muchas opciones. Y eligieron la que no modificaba nada. Nada. La convicción de que algo se transformo puede ser romántica, política, social. Pero no legal.

 

En este tema, y esto sí es una opinión personal, un servidor cree que zanjando las dudas que vienen al caso a través de la ciencia, solo quedan dos posturas. Una está hablando de su propia vida y de cómo quiere vivirla, y la otra de la vida de los demás y de cómo quiere que la vivan.


La procesión que se ha iniciado a Comodoro Py puede tener alcances gigantescos y los límites de su influencia son aún impensados. Si bien el rendimiento que tiene políticamente para el gobierno de Macri hoy es decreciente, podría constituirse en uno de sus nuevos paradigma.


Ante todo, comenzaremos haciendo un paréntesis. Vale la pena analizar los distintos casos que se van mezclando en la sede principal de la Justicia Federal. No es lo mismo el caso de Techint, a quien le habrían cobrado por defenderla ante la expropiación de su planta en Venezuela, que el de Lázaro Báez, quien aparentemente hizo obras cobrándolas el triple de lo que valían.


Es así como en el primer caso, no hubo perjuicio para el Estado, ya que esa gestión ante Chávez no costó plata al Erario Público más allá de algún viático, en todo caso le cobraron por hacer algo que era correcto hacer. Esto es, defender en el exterior los intereses de una importante empresa argentina; sería una especie de corrupción light que existe en todo el mundo. Aunque sea reprobable éticamente, el cobro.


Distinto es en los otros casos, como los de los que están acusados Báez, Electro ingeniería y otros. En los mismos que están incriminados de construir obras falseando los procedimientos licitatorios y cobrando estas mismas el doble de lo que realmente valen, perjudicando al Estado en muchos miles de millones de dólares, en contubernio con altos funcionarios como De Vido y José López.


Hay otros casos aún más graves, donde además de hacer las obras al doble de su valor, estuvieron las mismas mal proyectadas, aparentemente solo para hacer un negocio, y ejecutadas de manera deficiente y en algunos casos paradas y no terminadas.


Hubiera sido bueno que a la gente de Techint le hubieran dejado este tema (menor), para más adelante, porque si no estamos mezclando las cosas, y eso no es bueno por dos motivos; uno es que mezclando todo es más difícil que haya justicia, y por otro lado porque genera daños económicos por la imagen de Argentina en general y para las empresas en particular (Techint cotiza en la Bolsa de Nueva York).


En todo esto, también hay que correr un manto de hipocresía. Es necesario que en este mega-proceso se distingan los canales del dinero destinado a lo que se gasta en las campañas políticas del destinado al enriquecimiento personal. Si bien son canales que están relacionados entre sí, se puede ir viendo quién se enriqueció ilícitamente y quién no. Esto ayudaría a transparentar también el sistema democrático.


A esta altura, es importante recordar cómo han transcurrido procesos similares recientes, como el Mani Pulite, en Italia y el Lava Jato, todavía en curso en Brasil.


El proceso italiano iniciado en 1993 por el juez Antonio Di Pietro, aniquilo al Partido Socialista Italiano que estaba en el poder, además de significar el fin de los históricos Partido Demócrata Cristiano y Partido Comunista. El primer Ministro Betino Craxi fue condenado a 16 años de cárcel (se exilió en Túnez) y 438 políticos y 872 empresarios fueron a la cárcel.


Italia se sumió en una década de recesión y la figura política emergente fue Silvio Berlusconi ‘il Cavalieri‘, magnate de los medios de comunicación y propietario del Milán por ese entonces. En el caso brasileño, el Lava Jato iniciado en 2014, fue determinante para una recesión de cuatro años y con futuros económico y político todavía inciertos.


En un país tan presidencialista como el nuestro, justicia incluida, es fundamental ver qué actitud va tomando el gobierno nacional sobre este proceso judicial.

 

Una alternativa, sería que trate de ir frenándolo por temor a las consecuencias en una economía tan contubernàcula como la nuestra que esto empieza a tener. También por miedo a las bajas entre la tropa propia que seguramente se producirán, como el caso de Ángelo Calcaterra.


Pero hay también otra alternativa, y que no es la que el gobierno eligió al asumir el 11 de diciembre de 2015. Esta alternativa de impulsar este Mani Pulite Argentino, significaría apostar a este proceso de transformación, como un modo justamente de iniciar una nueva etapa en el país.


En las circunstancias económicas tan difíciles que afronta el Gobierno nacional, esto no es una cortina de humo como dicen algunos opositores, puede llegar a ser mucho más, a la luz de la potencia que puede tener un proceso de estas características, que puede ser un plan de gobierno en sí mismo. Ya que no podemos transformar la Argentina con el gradualismo económico, y teniendo en cuenta que el barco marcha escorado en la tormenta, la solución podría ser jugarse entero a un Mani Pulite Argentino. Una nueva alternativa al plan inicial como objeto de esperanza de los Argentinos.


En vez de la imagen de un barco escorado en la tormenta pasaríamos a la imagen de Elliot Ness tratando de librar de Al Capone a la mafiosa Chicago de los años 20. Puede ser un buen cambio de metáfora para un gobierno en peligro.

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