07/10/2018

Río Negro en dos 

Análisis político de la semana.

Río Negro en dos  
Créditos: WEB
Créditos: WEB

 

Aprovechando una cierta tranquilidad en la economía la semana que pasó, nos dedicaremos un poco a analizar la política provincial. Amerita, con un año electoral en ciernes que combina fechas dispares, rumores de alianzas y el eterno gran elector rionegrino: el gobernador. Solamente repasaremos antes de comenzar que, en su semana de debut, el tipo de cambio con control parcial a través de bandas apreció al peso en casi un 9% terminando hoy alrededor de los $38. No sin volatilidad, las luces de alarma que prenden algunos economistas tienden ahora a referirse a las tasas y a la sustentabilidad de los pasivos remunerados del Central en el mediano plazo. Esto tiene muchos enfoques y lo desarrollaremos en la semana. Hay tiempo.


En este momento el gobierno debe focalizarse en cumplir con las metas fiscales y cambiarias acordadas en el nuevo programa con el FMI. Aquí veremos los quilates políticos de la alianza de gobierno, sería un absurdo ceder a los planteos de la oposición relajando los objetivos en lo que a política fiscal se refiere, o siquiera mencionar el incurrir en alguna medida trasnochada para morigerar en el corto plazo el impacto de los intereses de la deuda. Deben ser consecuentes con el rumbo planteado y que ha sido convalidado en alguna medida ya por los mercados.


Todo parece indicar que la situación económica nacional será muy gravitante en la ecuación política provincial del año que entra. Si todo sale bien para el gobierno nacional, a partir de principios del año que viene se debiera estar retomando un sendero de crecimiento importante. Esto tendría un correlato electoral por tres cosas, a saber: la mejora de las condiciones de vida del electorado, obviamente. El umbral muy bajo de expectativas que soporta el electorado de cambiemos. Y la falta, hoy por hoy, de una alternativa. A secas.


De todas estas, solo dos impactan directamente en el hoy principal partido de Rio Negro, el del gobierno. De manera positiva si se dan y negativa si no: las dos primeras. El gobierno provincial necesariamente sentirá los coletazos de la realidad nacional en muchísimos sentidos y además, cada voto que gane Cambiemos, por esta antinomia autoimpuesta por el frente comandado por Soria, iría necesariamente a su némesis más competitivo. Allí, necesariamente, estará el gobierno.


A todo esto, hay que sumar un fenómeno difícilmente cuantificable y que se ha dado en los últimos años en la Argentina. Y que seguramente existe en Rio Negro, más de nacionalizarse las elecciones el año que viene. Un paralelismo moral del voto cuota de Menem, pero en este caso nucleado en un desprecio hacia el gobierno anterior rayano en el anti-peronismo. Esos que, en su creencia ciega, prefieren al cualquiera que signifique no dejarle Vaca Muerta al populismo, por decirlo de una manera salvaje.


La provincia de Rio Negro tiene un sector exportador vasto y el dólar alto la beneficia dándole un aliciente de competitividad a sus diversas economías regionales. El año que entra debiera ser un muy buen año. Habrá de esto seguramente un correlato fiscal y una buena previsión en lo que refiere al desempeño de los tributos de nacionales.
Sumada a una posición de cierta solidez prevista para este año y el que viene, con un dólar de año electoral que se antoja previsible, se morigerarán, sino anularán los impactos negativos que se puedan tener por la deuda contraída en dólares para obras en el año pasado. No debiera ser el frente fiscal, ni económico lo que desvelará al gobierno provincial, siempre que el gobierno nacional pueda sortear una eventual crisis sistémica que arrastre a todo el país.


El desafío que tiene parece ser, más que nada, político. El partido de gobierno, monolítico, tiene en el gobernador al mejor candidato. Pero debe ordenar una sucesión por la imposibilidad, a priori, de su candidatura. Desandar el camino hacia 2019 en este escenario es por lo menos, complejo. Y antes que pensar en el candidato, deberá pensar en la estructura. Cuanto más ayude ésta al candidato, mas aliviada la posición del gobernador.


El traslado a un eventual candidato de su caudal electoral, la conformación de una coalición política que resignifique la situación y hasta una eventual candidatura avalada por la Justicia, son herramientas que puede tomar el gobierno provincia de cara a 2019.


En lo que podríamos llamar la oposición pan-pejotista, se ha conformado un variopinto tapiz político que, comandado por Soria, arenga desde un discurso bastante nacionalizado las banderas del otrora Kirchnerismo. En un anti-macrismo galopante que ubica en su discurso al gobernador como un representante del presidente en la provincia. Si bien el discurso es algo vano, tanto igual es efectista y hasta algo romántico.


Ante un electorado frustrado por los magros resultados de la política económica nacional, podría ser la piedra angular de un armado político perfectamente. Se abre un abanico de oportunidades en el armado del gobierno y su partido Juntos, Cambiemos y los demás con capacidad de participar de elecciones provinciales.


Una presentación de Juntos en soledad sería una primera opción, intentando despegarse de la coyuntura nacional. Focalizando en el gobierno en sí y en el gobernador la campaña. El proyecto como candidato. En esto, las ventajas son el gobierno activo y la posibilidad de asegurar lo provincial a los embates de la crisis económica. Ahora, esto puede salir bien o mal. Si el año se transforma en un gran plebiscito de Macri, la tercera vía es muy sombría.


La conformación de una coalición es otro camino. Si bien no alineada con el gobierno nacional de manera extrema, que pueda captar el voto que por lo compacto del discurso sorista, necesariamente se vaya por el costado. Con esto mas el caudal electoral del gobierno con un gobernador protagonista excluyente de la campaña, debieran alcanzar números expectantes a nivel provincial.


La gran incógnita seguirá siendo por un tiempo más si, en cualquiera de los casos, el gobernador podrá ser candidato a un nuevo mandato. La respuesta a esto tiene implicancias vastas, que modifican hondamente la coyuntura electoral de Rio Negro. La semana que viene, si la economía lo permite, volveremos sobre nuestra ciudad. Viedma.


La coyuntura indica que estaremos ante una sucesión algo caótica y con muchos condimentos particulares. Un intendente que sigue siendo la figura excluyente pero que se va. Una sucesión sin candidato oficial todavía. Una fecha que es una incógnita y que definiría la oposición. Las implicancias en el armado provincial por la presencia de Juan Manuel Pichetto. El posible abandono del poder del sector interno que gobernó la capital desde 2003 son algunos. Y esas, son algunas.


 

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